14 diciembre 2004


Hierve el Agua (octubre 2004)
Posted by Hello
Mil palabras, ni una imagen.

Ya lo decía Sartori, una imagen dice menos que mil palabras, porque una imagen es parcial, sólo enfoca aquello que fija el objetivo del lente. En septiembre fui a Hierve el Agua, son unas cascadas pétreas en el municipio de Mitla, Oaxaca; ya sabía de la existencia del lugar, había visto cantidad de fotos pero ninguna me transmitió el esplendor y la necesidad de contemplación que se vive al estar ahí. Las imágenes que tenemos de la vida así son, parciales.

Todos tenemos opinión, nos atrevemos a decir como interpretamos a nuestro mundo, a sus integrantes y sus comportamientos, a explicar las razones de por qué cada cual hace lo que le viene en gana; tildamos sus actos de cobardes, inmaduros, soberbios, altruistas, bondadosos, etc.; nos guiamos por el empirismo vivencial.

¿Cómo se puede interpretar al otro cuando a penas nos conocemos? ¿Cómo nos atrevemos a juzgar y a definir su ser y actuar a partir de tan pocos datos? Hacemos inferencia, deducimos, homologamos el qué el cómo y el cuándo a generalidades de la vida cotidiana. Parametrisamos el comportamiento, asignamos variables y decimos: fulanito es muy maduro por tal o cual cosa: sutanito es un mal hombre por esto y aquello; etc.

Vivimos en automático, excepcionales son los que dirigen su vida en estándar, los que calculan la dirección y el sentido de sus actos con frialdad y precisión. ¿Es posible no dejarnos llevar? ¿Podemos evitar apasionarnos? Si decido contenerme de algún deseo estoy siendo contundente o simplemente ese es el ritmo de mis fijaciones anales?

La vida es una aventura, pocos son los que como Humbolt viajan a una tierra desconocida, salen avente y triunfantes, llenos de conocimientos y sabiduría y logran trascender; sin embargo él apostó todo, su herencia, su fortuna, llegó a la vejes sin dinero pero estoy seguro que satisfecho de vivir.

La vida es una imagen, una apariencia ante los otros del por qué y el cómo nos guiamos. La madurez, por ejemplo, es un calificativo social, se asigna a aquellos que cumplen con la norma, con el protocolo, que deciden vivir conforme a lo que el estándar de comportamiento neurótico contemporáneo es. Sin embargo la madurez existe, es la sensatez con que la gente afronta sus alternativas, es la contundencia para realizarse conforme al propio deber, es parte del contener lo carnal por buscar lo trascendental para uno mismo. Sin embargo hay quienes sólo viven para realizar sus sueños utópicos, ¿es esto maduro?, se puede ser maduro sin ser realista; al igual que el éxito la madurez no es una imagen, es una cuestión interna, es la satisfacción sensata por saber que uno vive su propia vida bajo su propio paradigma.

La insatisfacción es la peor nausea que se puede tener, hay veces que ésta es producida por el engaño: que a través de imágenes el mundo externo trata de vendernos, de hacernos creer que son ciertas; ser maduro es: Rolex, Mont Blanc, Audi, BMW, Jonhie Walker, etc., ser actractivo es: GQ, Cosmopolitan, Men's Health, Vanity Fair; ser parte del mundo es: Quién, Caras, Hola, etc.

La imagen que el mundo crea de si, esos seres y haSeres ideales que platónicamente el mundo (la gente) crea de si mismos, no existen. El súper hombre no es una imagen del ser, es. Lo que trasciende del ser no es la fachada, no es la arquitectura, es la estructura, es el principio del valor, ¿qué valorizamos en este mundo? ¿Qué significa ser en este mundo mercadologizado? ¿Cuanto vale ser en un mundo donde lo efímero es la norma?

El superhombre de Nietzsche se rige bajo otro paradigma, no es un súper hombre hollywoodense, es un ser metafísico, que está trascendiendo al momento de ser, es trascendencia, es perpetuidad del valor de ser.

Siento insatisfacción de un mundo plastificado, de la falta de deseo por ser, y del exorbitante modo de pareSer que los hombres contemporáneos tienen. Vivimos una neoadolescencia de la humanidad, la búsqueda de identidad nos lleva a consumir modelos hechos, a seguir la inercia el mercado y vivir frenéticamente queriendo tener para poder ser, se es en el consumo, somos el homo-consumus. Yo valgo en función de aquello que valoro.

28 noviembre 2004

The mexican dream
escrito el 19 de noviembre 2004

El ideal, el sueño, el estereotipo de ser por el cual se vive es un motor que impulsa al individuo a cambiarse a si mismo, a luchar por ser, tener, vivir de un modo o de otro.

Hace algunas semanas platicaba con mi papá: sobre la falta de un sueño mexicano, equivalente al American Dream (AD), le decía que los gringos tienen muy claro cual es su ideal de individuos dentro de sus sociedad y cual es el modo de lograrlo; el AD versa más o menos así: América es una tierra de oportunidades y libertad, donde los individuos que tienen el empeño para lograr su metas a través del trabajo, el ahorro y el continuo esfuerzo podrán lograrlas. Esto podría ser el caso de Bill Gates, Arnold Schwarzenegger y muchos mexicanos que viviendo allá se han hecho ricos después de cruzar la frontera como “ilegales”. En el caso americano el AD ha trascendido a mito global, los mexicanos que cruzan la frontera lo hacen porque creen que allá vivirán mejor.

El AD, como tal, no es una realidad: muchos de los que siguen la formulita fracasan, pero si es un ideal de sociedad, una que se basa en la justicia, la libertad y la igualdad de oportunidades, de modo objetivo ello no sucede, ni hay igualdad, ni libertad, ni justicia plena, real, o no excluyente. Lo importante es que el mito permite que el sistema funcione más eficientemente que otros, es un problema de acción colectiva, cuando el americano cree en la justicia: acude a la instituciones que la representan exigiendo que la ley se cumpla; cuando creen que el trabajo honrado y constante permite el progreso individual: trabajan, ahorran y luchan por si mismos de un modo más arduo que aquellos que tienen una mentalidad de derechohabientes. El AD es falaz, pero permite que las expectativas se autorealicen.

En el caso mexicano las expectativas también se realizan, pero en el sentido negativo; los mexicanos no creemos en la justicia: por ello no acudimos a denunciar la mayoría de los delitos; no creemos en la igualdad: por eso discriminamos a los indígenas, a las mujeres, a los niños, a los homosexuales y a los viejos; decimos "el que no transa no avanza" y por ello abusamos de quienes podemos, también, los timamos o estafamos; tenemos —no todos— mentalidad de derechohabientes y que el tener una plaza laboral es un seguro contra el desempleo: por ello no aumentamos nuestra productividad y competitividad y, esperamos que el sindicato, el Peje o el IMSS nos mantengan de por vida.

Creo que hace siglos sí existió un sueño mexicano, era el de los líderes con ansia independiente, era el de Mora y el de Alamán, que querían una nación federal o centralista, era el de Juárez que buscaba integrar a los indígenas a la modernidad —por cuestionable que fuese—; incluso, el de Zapata que buscaba la reivindicación de las tierras robadas a los indígenas.

Yo tengo mi propio sueño mexicano, es uno donde todos nos esforzamos y trabajamos por lo propio y por lo colectivo, donde hay participación ciudadana, donde se acaba el "hacen como que me pagan, yo hago como que trabajo", en donde los mexicanos definimos nuestra identidad, donde los modelos de vida europeos y norte americanos son puntos de referencia, no disfraces ni caretas que no significan nada en nuestro contexto e historia, mi México ideal tiene identidad, sus jóvenes crean y escuchan su propia música y visten su propia ropa, sus hombres y mujeres transmiten valores y conocen su historia, la historia nos da identidad, nos transmite un ideal histórico, define lo que hemos sido en distintas dimensiones y muestra los consensos que se han logrado con la sangre y el acuerdo.

Cómo es posible que un pueblo de inmigrantes (Estados Unidos) tenga un ideal más claro, entre sus ciudadanos, que un pueblo con "raíces ancestrales" con una "cultura milenaria". Es muy sencillo de explicar quienes persiguen sus ideales los logran asimilar, quienes no: son asimilados.

22 noviembre 2004

Los Peripatéticos
21 de noviembre 2004

Dicen que la escuela aristotélica sucedía mientras los discípulos caminaban a un lado de su maestro, que por su hernia no se podía sentar por largo tiempo...

Lo confieso, soy peripatético; mi dolencia data desde la temprana infancia: idénticamente a los discípulos de Aristóteles yo caminaba a un lado de mi primer maestro, mi padre. Un par de años después de que mis padres se separaron a mi papá le robaron el Datsun color verde oliva que tenía eso cambió la dinámica dominical de paseo, porque mis hermanas ya no siguieron saliendo con nosotros. Mi papá pasaba temprano en la mañana por mí; teníamos varias rutas: la del centro histórico que incluía: museos, Tepito, la Lagunilla –lugares que me gustaba visitar para ver las chucherias-; la de Coyoacán fue posterior, la de Chapultepec-Polanco o simplemente el Bosque de Tlalpan. Durante nuestros recorridos caminábamos, platicábamos y yo hacía preguntas sin cesar, me gustaba preguntar sobre ciencia, historia cuando íbamos a los museos, arte, etc. Para mi buena fortuna mi padre es un hombre culto, que su hambre de conocimiento lo ha hecho leer y aprender un poco de todo, además es maestro de profesión.

Mi peripatesis inició con él, muchos paseos, calles y lugares recorrimos, aprendí muchísimo durante esos años. Pero ya en la adolescencia, en los años de secundaria, mi afán de caminar y platicar cambió de modalidad, entonces tenía un amigo llamado Enrique, que también vivía en la colonia, él y yo teníamos una rutina muy particular, pasaba por mi o yo por él, balón de básquet en mano, primero jugábamos 21 en la canchas un rato -en dos años sólo un partido le gané- después emprendíamos camino: tomábamos un camión hasta la Alberca Olímpica y de ahí caminábamos de regreso, pasábamos primero a Plaza Universidad de ahí a la casa de Laura, una niña un año menor que nosotros -de la cual Enrique estaba enamorado- que vivía en San Pedro de los Pinos, cuando estaba nos invitaba a pasar a la casa de su abuela donde vivía con su papá. Después íbamos a la casa de Zaira, una niña un año mayor que nosotros que realmente era atractiva, a Zaira su papá y su madrastra -su mamá era enfermera en el Centro Médico y murió ahí en el 85- nunca la dejaban salir, mucho menos nos dejaban subir a su departamento, nos sentábamos en la banqueta recargados en la pared esperando que se asomara al bacón, a veces lo hacía o bajaba a la puerta y nos saludaba cuando lograba escaparse; ella vivía en Mixcoac en la calle Leonardo Da Vinci. De casa de Zaira pasábamos a la de Jessica mi primer crush, la niña es un bombón hecho mujer, desde que la conozco me ha fascinado; Jessica tenía tres hermanas y dos hermanos, vivía atrás de la prepa ocho y era la escala técnica obligada. Siempre nos invitaba a pasar, su mamá y su familia nos recibían con agrado y su perro, Coco, siempre movía la cola cuando nos veía, pasábamos ahí so pretexto, verídico, de usar el baño y tomar agua; pasaron como ocho años para que Jessica y yo nos reencontráramos y por fin se cumplieran mis sueños de adolescente. Ese era todo el recorrido, lo realizábamos varias veces por semana bajo cualquier clima -mi favorito era con lluvia: caminábamos por horas hechos una sopa, nunca me enfermé de gripe por ello y la experiencia era formidable-.

Mi amistad con Enrique se deterioró por diversas causas cuando ambos entramos al bachillerato, él a la prepa 6 yo al CCH Sur. Durante mi primer año de CCH se suspendió mi afán de caminar y platicar, hasta que en el tercer semestre me hice de un buen amigo llamado Edgar, él vivía en Colinas de Sur, un kilómetro cerro arriba de mi casa; nuestra rutina era variada: a veces en patines la mayoría en pesero o caminando desde el CCH hasta Coyoacán. Él iba al psicólogo, el consultorio estaba justo arriba de los Helados Siberia, lo esperaba casi una hora a que saliera; de ahí comprábamos un moka tibio en el Jarocho y caminábamos a Plaza Universidad al Comic Castel, donde él gastaba miles de pesos al semestre en comics y tarjetas; también íbamos al Centro Escultórico en CU, entrábamos al cine y platicamos. Para no variar estábamos enamorados de un misma amiga, Erica, ella fue mi mejor amiga, pero anduvo con Edgar un par de meses.

Cuando entré a la Facultad de Ingeniería, en CU, comencé a caminar solo; no eran muy largos mis trayectos, por lo general desde la facultad hasta Chimalistac, donde estaba la casa del becario Telmex. Después cuando tenía alguna "amiga", y la invitaba a salir, caminábamos por Polanco o Coyoacán; pero no fue hasta que comencé mi romance con Yunuén que volví a caminar y platicar en forma, ella no disfrutaba tanto la caminata como yo pero, estaba dispuesta a hacerlo ocasionalmente, por lo general en Polanco y a veces en Coyoacán.

Desde entonces comencé a hacer mis caminatas solitarias, cuando discutíamos y nos enojábamos yo salía y caminaba un par de horas: reflexionaba, meditaba y platicaba conmigo mismo. Mientras anduve con Alicia nuestras caminatas mas largas eran en Perisur, ella está negada a usar los pies -que son muy bonitos por cierto-, pero las mías se volvieron mucho mas largas y nocturnas: caminaba con frecuencia desde su casa a mi departamento, desde Santa y Escuela Naval hasta San Pedro de los Pinos, otras veces nada más hasta Insurgentes, muchas más desde San Ángel hasta San Pedro de los Pinos. Desde hace tres años he caminado más de lo que caminé todos los años anteriores, he hecho los soliloquios más largos, intensos y trascendentes de mi vida. Caminar me encanta, me relaja, me distrae; siempre trato de tomar una ruta distinta -pero tengo mis favoritas-, he caminado con todo tipo de zapatos, a todas horas, bajo cualquier clima.

Caminando se llega a Roma. El mundo se hizo caminando. El tiempo camina y no para. La vida transcurre a pasos. Caminante no hay camino, se hace camino al andar. No existe punto distante en la vida al que no se pueda llegar caminando; un grupo de caminantes terminaron de poblar el mundo en la última glaciación. ¿Qué uniré yo con mis pasos?

19 noviembre 2004

Sanborn´s
Escrito el 28 de septiembre 2004 @ Sanborn´s Loreto

No recuerdo cuando fue la primera vez en mi vida que pisé un Sanborn´s, seguramente fue en mi muy temprana infancia, lo que si recuerdo es que con mucha frecuencia fui al que está ubicado en Perisur; también al de San Jerónimo y alguna vez al de Azulejos; otro mas que visitaba era el que alguna vez existió en Manacar cuando ahí existía uno de los pocos cines de la ciudad que contaba con instalaciones decentes, el Cine Manacar.

Mi verdadera historia comenzó en el Sanborn´s de Plaza Universidad, que era mi punto de encuentro con mi papá, él y yo nos citábamos (hace como 13 años) en el área de revistas para después ir al cine o a jugar en las pistas de cochecitos eléctricos que había en el Sears. El segundo momento de mi historia comienza cuando con Manelich, Jesús y Miguel me daba cita en el restaurante para "conquistar el mundo" con ellos tres a la vez y en pares o uno de ellos y yo nos solíamos platicar nuestras experiencias, la reseña de los "trascendidos" en la Fundación Telmex y sobre nuestros romances y temas en general.

Sanborn´s en mi juventud ha representado un espacio de convivencia fundamental, ya fuese con mis amigos, mi padre, mis ligues, etc., siempre encontré en el abundante café y las cómodas sillas o sillones, simplemente un lugar donde conversar. Hoy estoy estudiando y en particular recreando un poco a mi espíritu, recordando los momentos que en los distintos restaurantes he pasado y a las personas que en ellos he conocido, las lágrimas propias, de amigas y novias, las veces que me han dado consuelo en estos lugares, los momentos importantes que han sido interrumpidos por la puntual pregunta "esta bien atendido, le puedo ofrecer algo más". En general siempre me he sentido cómodo con el lugar, con la gran variedad de revistas para hojear mientras espero, con las malteadas de chocolate, los huevos divorciados, los molletes y las chimichangas que hacen de Sanborn´s un lugar agradable; eso sin contar la gran aportación que Sanborn´s ha realizado a la ciudad, baños públicos para los "clientes" casi siempre limpios.

Sanborn´s ha sido sello característico de mi querida ciudad, de las avenidas y centros comerciales, indicador del desarrollo económico, patrocinador oficial de las necesidades fisiológicas de los defeños y proveedor oficial de tarjetas de felicitación. Sanborn´s es un punto de encuentro, un lugar de reconciliación, un lugar donde los romances comienzan, terminan y vuelven a comenzar, donde los infieles se encuentran, donde los traidores conspiran, donde los proyectos se imaginan y donde la vida de millones ha transcurrido en algún momento.

Cada Sanborn´s tiene su sello, que es su gente, este por ejemplo (Loreto) es centro de reunión de viejitos y viejitas que suelen desayunar aquí por las mañanas de lunes a sábado, otros como el de Coyoacán es punto de referencia y espera de jóvenes con poco dinero para sentarse en el restaurante pero con una gran capacidad de ver revistas por horas y horas; mi favorito es el de Azulejos, además de ser sitio obligado de visita para los turistas, es el que mantiene el ambiente más puro de lo que Sanborns representa, pues guarda la perfecta armonía del ecléctico público que lo visita, junto con la arquitectura clásica del centro histórico, y la funcionalidad de los servicios de vanguardia que ofreció desde principios de siglo.

Sanborn´s es un lugar mágico, que siempre integra a las comunidades que lo circundan y por lo general armoniza o mejora los lugares donde suele ubicarse. La gente suele sentirse cómoda y segura en Sanborns, sabe que todo lo que puede necesitar ahí se encuentra, a todos nos ha hecho mas gratas las horas de espera y ha contribuido a mantener el equilibrio en los retrasos, bajo el argumento "sí me esperaste una hora, pero estabas en Sanborn´s".

Finalmente, los estridentes colores de los pasteles, de los uniformes de las meseras y de los claveles en la mesa nos hacen recordar que es un lugar mas mexicano que cualquier alameda.

14 noviembre 2004

Deber económico

Que regrese Juárez...!!!
Si, necesitamos que vuelva un prócer como él que a las fuerzas oscuras doblegó...

Cuando era niño y solía platicar con mi papá le decía que yo de grande quería ser rico, además que no era correcto que los pobres o los trabajadores exigieran que los patrones les dieran más de lo que recibían, y otras cosas así, mi papá me decía que yo no tenía conciencia de clase, que existían las clases sociales y que los trabajadores eran oprimidos por los ricos, por los dueños del capital. Yo no lo entendía, insistía que ser rico era casi casi sinónimo de ser bueno y que era muy deseable el buscar ser rico.

Creo que ser rico es bueno, es más, yo de niño lo único que me interesaba ser de grande era ser rico, no sabía como lograrlo, aun sigo sin saberlo, pero ya entendí que eso de la conciencia de clase, que en efecto hubo un despojo originario por parte de una clase dominante y que muchos de los ricos lo son más por privilegio que por mérito. Tal vez sino me hubiera causado curiosidad eso de las clases y la riqueza jamás hubiera estudiado economía y si mis padres no me hubieran insistido en pensar a que clase pertenezco y cuales son mis orígenes y en cambio me hubieran fomentado el ahorro, la inversión, la contabilidad y etc., ya sería rico, pero el hubiera es el pasado pendejativo del verbo haber.

En la actualidad me doy cuenta que tengo más que ver con la gente que se sube al micro que con los que salen en la revista Quién, que en efecto existen las clases sociales y que la conciencia de clase es determinante para el desarrollo de los grupos.

Lamentablemente la clase a la que pertenezco no tiene conciencia de si misma definida, está perdida en el limbo de la incultura televisiva y jamás reflexiona sobre como la acción colectiva puede hacerlos cambiar su situación de vida; en cambio los que tienen una conciencia de clase clara y ejercen su poder individual colectivamente es la clase social de los dueños de los medios de producción y la clase política, un par de segmentos en tamaño pequeño pero en poder inmenso, que de un modo u otro perpetúan un sistema social desigual, basado en el privilegio y no en el mérito, con barreras de entrada imposibles de saltar y totalmente excluyente. Si me refiero a esos que controlan el país desde hace generaciones, los que creen que lo puestos clave en "sus" empresas son sólo para sus parientes, para esos que de la manipulación política y del uso del hambre y la desesperación de la gente se entronaron en el poder. De esos que le venden a las masas programas televisivos de pésima calidad, que usan su poder monopólico para enriquecerse y sacar a otros del mercado, restringiendo la libertad de elección y que expían sus penas en el Teleton.

Pero lo que quiero compartirles es que yo me considero un liberal, que intento practicar el liberalismo económico y que creo que el mercado libre es por excelencia injusto cuando las sociedades no están reguladas por las instituciones de justicia. Creo en la libertad del hombre, en el más puro sentido positivo, pero creo que sólo puede existir libertad donde hay igualdad, no igualdad en un sentido comunista o socialista, sino igualdad de oportunidades, donde exista una amplia libertad negativa, donde los individuos puedan elegir libremente lo que más le place, donde el libre mercado esté libre de monopolios, donde la gente pueda acceder a la educación, salud y alimentación mínimos para un desarrollo pleno, donde las personas a partir de su propio esfuerzo y mérito puedan acceder a los mayores beneficios sociales, donde a cada uno nos toque aquello por lo que luchamos, donde la justicia sea el patrón de igualdad.

"El empresario es un administrador temporal de la riqueza", totalmente de acuerdo, según Slim ese es su ideario empresarial, pero le falta una gran parte a la frase anterior y es "administrador temporal de la riqueza social", toda riqueza es social, la propiedad es sólo un modo de incentivar a la gente a ser mas productiva, pero las empresas no son de los empresarios, son de las sociedades, pues es la sociedad la que permite un orden, la que provee la fuerza de trabajo, la que consume los productos de la industria, la que recircula el capital y lo acrecenta, no son lo empresarios, son lo trabajadores los que mantenemos al país, "la chamba de las empresas" no es dar empleo, sino ser eficientes, estar bien reguladas y darle a cada quien lo que le toca, generando cada día más riqueza y capital social. El derroche de muchos "empresarios" es lo que ha ocasionado el derrumbe de economías enteras, la corrupción de la clase empresarial y la política, la falta de una conciencia social y el pensar que sólo por el mérito propio tienen lo que tienen, esto es lo que hunde a los países.

La existencia de monopolios como Telmex reduce la libertad negativa, es deber del estado impedir que esto suceda, es deber de la sociedad el crear la infraestructura social que amplíe las posibilidades reales de los individuos para que puedan desarrollarse plenamente, existe algo que llamo el "deber económico" y que es la búsqueda social de un mayor bienestar colectivo, de la defensa de los derechos y del mantenimiento de la libertad del hombre, el capitalismo es un vicio de la libertad, porque en la búsqueda obsesiva del beneficio individual se premia el privilegio, se olvida el compromiso social y se hace de los desposeídos subordinados sociales.

Toda acumulación de capital fue en un origen un despojo o un abuso, los monopolios son abusos incluso en el caso de personas como Bill Gates que iniciaron su riqueza de cero. En el caso del despojo no hay ejemplo más claro que el atraso económico y social que vive África, basta con imaginar lo que pasaría en cualquier región donde los hombres y mujeres jóvenes y fuertes fueran raptados para trabajar como esclavos en otros lugares dejando en sus comunidades a niños y viejos improductivos, eso fue un despojo; es un abuso contratar mexicanos en EUA a precio de regalo bajo el argumento de "ser ilegales".

El deber económico es un compromiso moral con aquellos que sostienen a la economía, es una búsqueda continua del mantenimiento de la libertad y los derechos sociales, es el mantenimiento y la procuración de la justicia.

El mercado es sólo un punto donde se realiza el intercambio de los productos del trabajo, mientras más libre sea este mayor será el beneficio colectivo que se logra y mayor la libertad de los individuos de elegir aquello que más satisfacción les de.

Soy un liberal y mi clase social es la más carente de conciencia de clase. La identidad forma grupos, los grupos ordenan sus prioridades. "Sólo se puede luchar por aquello que se quiere; se quiere lo que se respeta y se puede respetar únicamente lo que por lo menos, se conoce" (Hitler; Mein Kampf, p. 19) sino tomamos conciencia de quienes somos jamás lucharemos por nosotros mismo.

P.D.
Hoy desayuné con mi amigo Miguel Ángel, dentro de la plática saqué un nuevo término, la cultura del nefastismo, que significa entre otras cosas lo nefastos que somos los mexicanos para realizar nuestras obligaciones, donde la búsqueda del menor esfuerzo se transforma en el abuso, el robo, la negligencia, la ignorancia, donde el estudiante no estudia, donde el trabajador hace como que trabaja, donde el vendedor tima y donde el servidor público no sirve.

11 noviembre 2004


Café Toscano
Posted by Hello

10 noviembre 2004

Se busca shelter...

El murmullo de las voces, el calor que genera la caldera, el olor que se respira en el aire, los amigos que se encuentran, los novios que discuten, las mujeres inquietas que esperan a sus parejas y las amigas que lloran en el hombro de otras por alguna decepción o angustia.

Los cafés en la ciudad tienen muchas peculiaridades, recuerdo que no hace mucho comenzó un nuevo boom de los cafés; antes había más ese tipo de restaurantes con servicio de cafetería ideales para "las señoras", sí, esos lugares aburridos y con manteles, que parecen un Sanborns fresa más que un auténtico café. Hoy la oferta es muy amplia, hay desde el clásico Sanborns hasta el moderno y globalizado Starbucks.

Yo empecé a ir a los cafés desde muy chico, iba con mis tías, hermanas y mamá a lugares como Los Bisquets de Obregón, luego al Vips de San Jerónimo cuando se puso de moda, también al Gino's que está frente al edificio del Melate. En todos esos lugares yo tomaba cualquier cosa excepto café, no me gustaba. Hasta que por el año 1994 llegó a México la primera franquicia de Gloria Jean's, que estaba ubicado en la parte baja de Galerías Insurgentes, cuando lo conocí por primera vez fue porque mi papá me compro un Latte con crema y chispas de chocolate que me encantó. Desde entonces prefiero ese tipo de cafés.

Visito con mucha frecuencia Sanborns, por dos razones: los baños y mucho café por poco dinero, pero prefiero lugares como La Selva Café. Comencé a ir a los cafés solo desde que estaba en el CCH, solía ir a los cines del Centro Cultural Universitario, yo entraba gratis, nadie solía acompañarme, yo me compraba capuchinos en la cafetería y a veces leía revistas y comía ahí mientras mi función empezaba. Pero no fue hasta que comencé a ir, solo también, a la Cineteca Nacional cuando me sentaba por horas en el café Finca de Veracruz que está ahí, leía mis libros, pocos entonces, que llevaba para leer mientras iniciaba la película, disfrutaba mucho estar sentado ahí bajo el frondoso árbol que hay, a veces comía pizza y tomaba mucha Coca-Cola, de ahí me gustaban la niñas gipiosas, ver a los intelectualoides haciendo cara de inteligentes frente a algún cartel y escuchar a los izquierdoides, con su Jornada bajo el brazo, decir lo mal que estaba el país

Durante mis años con Yunuén fui muy poco a los cafés, lo nuestro era mas los restaurantes y el cine; pero después de ella me hice muy afecto a visitar los cafés de Polanco, mi favorito es The Coffee Bar que está en la esquina de Arquímedes y Mazarik. De ahí evolucione a los Café la Selva, principalmente el de Coyoacán, luego fui mucho al Café Deseo, que sus atractivas meseras despertaban, está ubicado en la glorieta de Amores y División del Norte. Luego por fin me amarchanté como un cafetero lector profesional en el Café la Selva de la Condesa, ahí leí muchísimos libros, hice muchas tareas, vi rotar al personal frecuentemente y conocí a varias personas que como yo solían visitarlo con frecuencia.

Lo que me gusta de los cafés es la gente, disfruto el murmullo que me ayuda a concentrarme, cuando me aburro de leer, estudiar o escribir miro hacía cualquier lado, de preferencia donde haya una minifalda o alguna cara bonita; ya despabilado me vuelvo a concentrar en lo mío. Lo incomodo de ir con mucha frecuencia a un café es que los empleados te reconocen, comienzan a hacerte la plática y te distraen, cuando no les caigo bien hacen jetas, ¿que acaso no pueden simplemente hacer su trabajo?

En el Cafe la Selva hice buenos camaradas cafeteros, ligué con un par de meseras y finalmente me terminé cansando del lugar, pues entre un baño realmente asqueroso, un policía muy metiche y un encargado neurótico y jetón hicieron que mi estancia ya no fuera placentera.

Tuve que buscan un nuevo refugio (shelter), un lugar donde estar para hacer lo mío, donde hubiera periódico y baño cómodo, donde los precios fueran accesibles y donde fuera gente bonita. Lo encontré, se llama Café Toscano, está en la esquina mágica de Michoacán y Av. México, frente al parque del lado oriente. Es un lugar minimalista en su diseño, con excelente café marca Illy y con servicio y baño medianamente aceptable, me lo recomendó un camarada cafetero llamado Bolívar, un psicólogo sesentón con reminiscencias de adolescente.

El Café Toscano me gusta, hay todo lo indispensable para pasarla cómodamente, una exagerada cantidad de niñas bonitas, una vista hermosa, un muy buen café, excepto meseros profesionales, es el colmo que para ser bien atendido uno deba ser cuate del patético empleado que siente que el local es suyo.

Ahora debo confesar mi pecado, si he caído en lo más bajo del imperialismo yanqui, debo admitirlo Starbucks me ha ganado como uno de sus más frecuentes clientes. Pero no es mi culpa, es la de ellos, sus salas son muy cómodas, sus baños son impecables, sus empleados están excelentemente bien amaestrados y todos fingen que les caigo bien, con una sola tasa de café puedo estar horas y horas leyendo y nadie me ofrece, con cara de compra, más tasas de café; tienen suficientes ejemplares del periódico Reforma como para no esperar a que alguien más lo desocupe y como si fuera poco es el lugar por excelencia para las niñas bonitas y fresitas que me gustan. ¿Qué puedo hacer? La verdad el café no se me hace muy bueno, pero ya encontré las mezclas más aceptables, los precios son exorbitantes y la música se repite ad-inifinitum. Pero, queda cerca de mi casa, cierra tarde, está impecable y las mesas nunca se tambalean, debo admitir que ya casi no voy a mis cafés favoritos. ¿Triste, no?

07 noviembre 2004


Sushi Móvil
Posted by Hello
Días de gula...

El Sushi Móvil es propiedad de un chiapaneco llamado Juan, cuya familia vive en Hidalgo y no importando lo amarillento de su morena piel y sus de ojos rasgados jura ser muy mexicano y no haber pisado jamás Japón. El Sushi Móvil es una historia de éxito inició, según sé, por el 98; Juan trabajaba en un restaurante japonés, donde aprendió la técnica culinaria, junto con su hermano y cuñada iniciaron el changarro, que para el 2000 era un puesto de acero inoxidable con tres hornillas, una barra y una mesa con muchos bancos. En la actualidad el Sushi Móvil dio el brinco a la formalidad, ahora rentan una ex-fonda en la esquina de Salamanca y Sinaloa, a una cuadra de Durango, su gran defecto es que ha perdido la originalidad y Juan sigue abriendo locales por otros lados, situación por la cual ya no atiende ni prepara la comida él.

La especialidad del Sushi Móvil es el mini pastel de sushi, combinación de salmón, aguacate, hueva de pescado, queso philadelfia, camarón y cangrejo; el kushiague de queso y los tepanaykis en sus seis distintas combinaciones son exquisitos. Juan hacía los rollos, su hermano todo aquello que fuera asado o frito, y su cuñada cobraba, tomaba las órdenes, limpiaba, servia los refrescos y nunca hacía jetas cuando le dabas un billete de alta denominación, tenía harta lana en su cajita de lámina de fierro. Por cierto en el nuevo local es ella quien lo administra.

Mi historia de Sushi Móvil inició con Yunuén, ella le emocionaba mucho comer ahí, cuando dejamos de andar yo comencé a ir solo los sábados, luego cuando trabajé en Blitz, haciendo el portal del Centro Histórico, en la calle de Durando a una cuadra, comía ahí al menos tres veces a la semana; me gasté miles de pesos en sushi en aquellos seis meses; cuando deje de trabajar y después de aborrecer el sushi que me salía sushi por los ojos y la barriga, además de la escasez de dinero; dejé de ir por varios meses. Cuando regresé a buscarlo, mi sorpresa fue no encontrarlo hasta que uno de sus ciclistas repartidores de sushi me indicó la nueva dirección.

Al Sushi Móvil he ido con varias personas, Alicia, Yunuén, Alejandra, Erika y algunos compañeros de Blitz, creo que con nadie más; nunca he logrado convencer a mi papá de ir conmigo, tampoco me logre coordinar nunca con Cathy, la esposa de Manelich, para comer ahí. Sinceramente el Sushi Móvil lo disfruté mucho yo solo, pecando de gula.

Cuando trabajaba en el edificio de la bolsa, con el Dr. Konzevik, de cuando en cuando solía ir a comer ahí, ya fuera antes de llegar a la oficina o saliendo, según conviniese a mi horario. Solía platicar con Juan, varias veces me preguntó que creía yo que lo haría reducir sus costos, le hice algunas sugerencias bastante malas, entre ellas usar comandas impresas que algún tiempo usó. Juan tiene una hija que le dicen Fany, su nombre real lo ignoro, ella trabajó por mucho tiempo en el puesto hasta que uno de los chicos que Juan contrató para ayudarlo con los guisos fritos hizo de las suyas con ella; conclusión se casaron, tienen un bebe y se fueron a vivir a Hidalgo con el resto de la familia.

La clientela era mixta pero fresa, tanto oficinistas jóvenes de la zona como gente que vivé en la colonia. Solían ir niñas guapas de la UDLAP que está en la calle de Puebla, también alguna que otra extraviada que conoció el lugar cuando fue de compras al bazar de la fuente de la Cibeles los días sábados. El estacionamiento era en doble fila, situación conveniente para los franeleros, patrulleros en grúa y demás gandules.

Hoy el Sushi Móvil es un pequeño recuerdo de una idea muy mexicana; que el éxito lo llevó a ser un negocio formal y dejar lo artesanal y novedoso fuera. Hoy la gente que visita el local es menos selecta, se enfocan más a surtir los pedidos que en atender a los comensales, otra desventaja es la rotación del personal, su rápida capacitación y su lento perfeccionamiento en la técnica. Sin embargo el sushi sigue siendo lo suficientemente barato y bueno como para seguir comiendo ahí de vez en mes.

06 noviembre 2004

Tiempo, dinero y vida

Las personas trabajamos para tener dinero, para poder vivir, para consumir, construir y consumar proyectos, intercambiamos nuestro tiempo por dinero, no importando si se es el más humilde obrero o el más acaudalado empresario, hay tiempo de por medio para lograr crear lo que uno desea, ese tiempo es la vida, obtenemos dinero a cambio de nuestra vida.

La inflación es el crecimiento en los precios, cuando la inflación es muy alta todo se encarece, se necesita invertir más tiempo, más vida, en el trabajo para lograr hacer y tener lo que uno compra con el dinero, la inflación es el abuso más cruel que existe, pues este le roba la vida a las personas.

05 noviembre 2004


Mi fuente favorita
Posted by Hello
Sobre la Condesa...

De la Condesa me enamoré del modo en que uno se enamora de una desconocida, por sorpresa. Creo que la primera vez que la conocí fue cuando mi Papá por alguna ocasión especial me llevó a comer a la Fonda Garufa, no fue hasta mucho tiempo después cuando la volví a visitar, creo fue hace seis años, que llevé a Yunuén a comer al mismo sitio.
Pero mi historia con la Condesa es solitaria, si bien he estado ahí con mi familia, amigos y ligues; ha sido mucho mayor el tiempo que he pasado solo. El primer lugar que comencé a visitar fue el inolvidable Sushi Móvil, en ese entonces 1999 era solo un puesto callejero situado en la esquina de Colima y Medellín. Un sábado caminaba por allí con Yunuén, habíamos ido al Palacio de Hierro de Durando, cuando de repente el hambre y el ojo alerta nos hicieron percatarnos del tipo de comida que los comensales disfrutaban; es sushi dijimos; por la locación y la novedad fue sorpresivo, no importando la sencillez del puesto, parecía más un puesto de quesadillas, nos animamos a sentarnos y probar la comida. Sobre el Sushi Móvil daré detalles luego.
Pero está es la historia de mi enamoramiento con la Condesa, mujer de cien años, miles de calles y hermosos jardines y fuentes. Cuando trabajé en Blitz comencé a ir al Café la Selva en la casi esquina de Vicente Suárez y Tamaulipas, de allí me gustaba sentarme a leer, ver a las coquetas mujeres pasar sobre la banqueta, tomar la barata tasa de café que ofrecen y sufrir por su sucio baño; cuando realmente me volví un cliente asiduo fue cuando regresé a vivir con mi Mamá, iba durante horas, tomaba poco café y leía mis libros y los periódicos que ahí hay, con casi con todos los meseros me lleve bien, en especial con Marcela una chica odontóloga, lesbiana, de veinte años que vivía con su novia de 23 y la hija de ella en la casa de la suegra, niña muy coqueta que aún a pesar de no preferir a los hombres seguía gozando con nosotros de aquello que si le gustaba.
Creo que lo que realmente me enamoró de la Condesa fue la soledad de sus fuentes, existen varias en el circuito de Amsterdam, cuando iba al Sushi Móvil en aquella temporada de depresión y soltería cuando ya había cortado a Yunuén y no había conocido a Alicia, caminaba por allí y me sentaba a ver caer el agua, eso lo sigo disfrutando.
Ahora voy un poco al Café Toscano, ubicado en la esquina mágica de Michoacán y Parque México, este es un lugar encantador, tiene todo: un baño limpio, excelente café marca Illy y una vista armoniosa, llena de árboles, sol y minifaldas. Este lugar de la Condesa es un escaparate, se va ahí para ser visto, es una vitrina; van personas de lo más cosmopolitas y algunos colados. Como todo tiene su defecto y es el personal, patéticos empleados pedantes que sienten que el changarro es suyo y que para merecer ser bien atendido tienes que ser su cuate o ya valió.
De la Condesa lo que más me gusta es caminar por sus calles, ver las fachadas y escoger los edificios en que me gustaría vivir. He caminado por casi todas sus calles, visto infinidad de fachadas a todas horas, ver nuevos lugares abrir y cerrar en meses, disfrutar del ambiente de barrio que hacen sus asiduos visitantes, contemplar las escenas de policías y ladrones, de novios quedando bien con sus novias fresas y ser crítico de la pésima organización de sus valets.
Hoy fui al Sushi Móvil y al Café Toscano, sentí el frió aire que soplaba del oeste y me corté el cabello en una antigua barbería, con un clásico peluquero setentón.
De la Condesa me enamoré caminándola, conociéndola, platicando con sus calles y soñando con sus edificios, escribiendo en sus parques, refugiándome en sus cafés y comiendo en sus restaurantes; viendo a su gente, escuchando el murmullo de las fuentes, en sí, me enamore haciéndola una gran parte de mi vida. No vivo en la Condesa todavía, ha sido una novia fiel, ha coqueteado conmigo y yo he suspirado por ella.