14 diciembre 2004


Hierve el Agua (octubre 2004)
Posted by Hello
Mil palabras, ni una imagen.

Ya lo decía Sartori, una imagen dice menos que mil palabras, porque una imagen es parcial, sólo enfoca aquello que fija el objetivo del lente. En septiembre fui a Hierve el Agua, son unas cascadas pétreas en el municipio de Mitla, Oaxaca; ya sabía de la existencia del lugar, había visto cantidad de fotos pero ninguna me transmitió el esplendor y la necesidad de contemplación que se vive al estar ahí. Las imágenes que tenemos de la vida así son, parciales.

Todos tenemos opinión, nos atrevemos a decir como interpretamos a nuestro mundo, a sus integrantes y sus comportamientos, a explicar las razones de por qué cada cual hace lo que le viene en gana; tildamos sus actos de cobardes, inmaduros, soberbios, altruistas, bondadosos, etc.; nos guiamos por el empirismo vivencial.

¿Cómo se puede interpretar al otro cuando a penas nos conocemos? ¿Cómo nos atrevemos a juzgar y a definir su ser y actuar a partir de tan pocos datos? Hacemos inferencia, deducimos, homologamos el qué el cómo y el cuándo a generalidades de la vida cotidiana. Parametrisamos el comportamiento, asignamos variables y decimos: fulanito es muy maduro por tal o cual cosa: sutanito es un mal hombre por esto y aquello; etc.

Vivimos en automático, excepcionales son los que dirigen su vida en estándar, los que calculan la dirección y el sentido de sus actos con frialdad y precisión. ¿Es posible no dejarnos llevar? ¿Podemos evitar apasionarnos? Si decido contenerme de algún deseo estoy siendo contundente o simplemente ese es el ritmo de mis fijaciones anales?

La vida es una aventura, pocos son los que como Humbolt viajan a una tierra desconocida, salen avente y triunfantes, llenos de conocimientos y sabiduría y logran trascender; sin embargo él apostó todo, su herencia, su fortuna, llegó a la vejes sin dinero pero estoy seguro que satisfecho de vivir.

La vida es una imagen, una apariencia ante los otros del por qué y el cómo nos guiamos. La madurez, por ejemplo, es un calificativo social, se asigna a aquellos que cumplen con la norma, con el protocolo, que deciden vivir conforme a lo que el estándar de comportamiento neurótico contemporáneo es. Sin embargo la madurez existe, es la sensatez con que la gente afronta sus alternativas, es la contundencia para realizarse conforme al propio deber, es parte del contener lo carnal por buscar lo trascendental para uno mismo. Sin embargo hay quienes sólo viven para realizar sus sueños utópicos, ¿es esto maduro?, se puede ser maduro sin ser realista; al igual que el éxito la madurez no es una imagen, es una cuestión interna, es la satisfacción sensata por saber que uno vive su propia vida bajo su propio paradigma.

La insatisfacción es la peor nausea que se puede tener, hay veces que ésta es producida por el engaño: que a través de imágenes el mundo externo trata de vendernos, de hacernos creer que son ciertas; ser maduro es: Rolex, Mont Blanc, Audi, BMW, Jonhie Walker, etc., ser actractivo es: GQ, Cosmopolitan, Men's Health, Vanity Fair; ser parte del mundo es: Quién, Caras, Hola, etc.

La imagen que el mundo crea de si, esos seres y haSeres ideales que platónicamente el mundo (la gente) crea de si mismos, no existen. El súper hombre no es una imagen del ser, es. Lo que trasciende del ser no es la fachada, no es la arquitectura, es la estructura, es el principio del valor, ¿qué valorizamos en este mundo? ¿Qué significa ser en este mundo mercadologizado? ¿Cuanto vale ser en un mundo donde lo efímero es la norma?

El superhombre de Nietzsche se rige bajo otro paradigma, no es un súper hombre hollywoodense, es un ser metafísico, que está trascendiendo al momento de ser, es trascendencia, es perpetuidad del valor de ser.

Siento insatisfacción de un mundo plastificado, de la falta de deseo por ser, y del exorbitante modo de pareSer que los hombres contemporáneos tienen. Vivimos una neoadolescencia de la humanidad, la búsqueda de identidad nos lleva a consumir modelos hechos, a seguir la inercia el mercado y vivir frenéticamente queriendo tener para poder ser, se es en el consumo, somos el homo-consumus. Yo valgo en función de aquello que valoro.