25 diciembre 2006

La autoestima un problema de salud pública

En mi opinión los humanos llegamos a este mundo como una botella de cristal transparente y vacía; sin contenido ni etiqueta y, afortunadamente, sin tapón. El hombre se construye a partir de ese momento y comienza a llenar su vida, su mente y su espíritu de sensaciones, experiencias, sentimientos y conocimientos; en este proceso se construye el “yo” y la identidad. Aunque este pareciera un proceso automático, la identidad es un proceso complicado y arduo, que tiende a tener resultados mixtos y complejos, la identidad implica también construir la autoestima, lo cual no es tarea fácil partiendo del punto en el que somos botellas vacías, es decir ¿cómo estimar el vació?

La autoestima a mi suponer es una consecuencia de la racionalización del instinto de supervivencia, sin embargo entre los hombres tiende a ser un constructo tan abstracto que suele confundirse con la imagen que uno proyecta de sí mismo. Es decir se traslapa con un valgo tanto como parece que valgo, mas no valgo por lo que soy porque no sé que soy.

Existen diversos análisis en los cuales se hace énfasis en la falta de autoestima como un problema contemporáneo que se manifiesta en síntomas sociales de descomposición como el alcoholismo y la drogadicción; esto pudiera ser una consecuencia del cambio de valores y una apertura ante los paradigmas ideológico-religiosos. La gente se ha desvinculado de los preconceptos que les permitían crearse una identidad y un yo.

La autoestima cuando es baja tiende a crear problemas de carácter individual, los cuales en lo colectivo generan fuertes conflictos y mal llevados conducen a la anomia. Basta ver los problemas de pareja para obtener más de un ejemplo, pues es fácil de entender que cuando dos personas de baja autoestima coinciden en sus soledades sólo se pueden tener malos resultados.

La baja autoestima es el principal causante de la depresión (enfermedad crónica que afectará al 25% de la población mundial para el años 2020), ello tiene como consecuencia la disminución en productividad laboral y un aumento en la incidencia de enfermedades y accidentes. En el mediano plazo enfrentaremos a una sociedad en fuga con grandes dosis de antidepresivos circulando por sus venas, aunado al alcoholismo, la drogadicción, la adicción al trabajo, la fuga en el consumo y la descomposición social generalizada.

Un principio para construir una alta autoestima es elevar la autoconciencia, en ello radica el reconocimiento de las carencias, fortalezas, debilidades, experiencias y conocimientos; buscando distinguir entre los útiles y los obsoletos. El hombre se construye a si mismo y crea un concepto de si, se llena de vida, conocimientos, experiencias, emociones y lo hace con la ambición de ser en sí un ser humano.

17 diciembre 2006

Ser o no-ser, o ¿cómo vivir el amor en tiempos posmodernos?

Decía un tío que el amor en una enfermedad, sufres palpitaciones, te da calentura y dices incoherencias, pero también decía que afortunadamente se cura con el tiempo. Pienso que la cura no es tan afortunada como él predicaba, dado que vida romántica es un modo de trascender y de disfrutar la vida.

Sin embargo parece que a muchas parejas el amor les resulta más una complicación que un beneficio; pues existe una fuerte tendencia a caer en relaciones codependientes en las cuales las personas se crean problemas y generan vicios dentro de sus relaciones, principalmente celos, chantajes, violencia; creando cuadros de baja autoestima, aislamiento social y en general un malestar anímico más que un placer.

Sin embargo parece también que es un problema que en el caso de los mexicanos tiende a agudizarse, pues la cultura católica pro-machista hace que los hombres en general estemos poco preparados para vivir relaciones de románticas libres, respetuosas de la integridad y de la individualidad del otro. Esto parece más estar vinculado con la idea de “pertenencia”: “mi novia”, “mi mujer”, “mía”; es ahí donde el concepto de libertad se pervierte, pues vivir una relación romántica no implica pertenencia, uno no posee al otro, simplemente ambos comparten su tiempo, cariño, amor, cuerpo, espíritu, ideales, etc.

Pareciera que, por lo que escucho de muchas mujeres, gran parte de problema es que los hombres que no han aprehendido a respetar a sus parejas y siguen aferrados a un esquema de relación de “macho Alfa dominante”. Sin embargo también las mujeres generan muchos de los conflictos en general, creo sólo son una exteriorización de problemas de baja autoestima en ambos casos (hombre o mujer). Pues basta ver cuantas malas parejas uno suele encontrarse en el tiempo, en realidad, la excepción son las parejas que “funcionan” bien; pues la gran mayoría vive relaciones tormentosas, monótonas, poco satisfactorias para ambos y en general están con el otro aun cuando no se siente bien mutuamente.

Parte del problema puede ser resuelto en el modo en que se definen las relaciones, en el amor hay muchos juegos y cada uno tiene reglas, muchas de ellas son reglas que se definen con el tiempo, otras deben ser principios básicos. Sin embargo lo difícil no es definir las reglas o conceptos, sino hacerlos válidos; toda relación es un concepto en sí, pero ello no implica poner “etiquetas”: “novios”, “amantes”, “esposos”, “concubinos”, etc. Porque las etiquetas tienden a ser lugares vacíos, lo relevante es, al final de cuentas, como se vive en la cotidianeidad el respeto al otro y como se comparte aquello que es el amor.

Lo lamentable del amor es la confusión que suele tenerse al creer que llorar, sufrir, chantajear, celar, controlar, determinar, imponerse sobre el otro y absorberle toda su vida y limitarlo a sólo estar con uno en todo momento, sea amor. El amor no es fácilmente definible, pero si es sencillo distinguir cuando no hay amor de por medio entre dos personas; porque uno de los dos no es feliz.

04 diciembre 2006

La pobreza

Abordar este tema siempre tiene bemoles que difícilmente se desligan de ideologías que como tales son poco reflexivas y tienden a ser dogmáticas. Usualmente se estudia la pobreza como un problema de carencia de satisfactores que se estratifican desde los más básicos hasta los más espirituales y menos materias. Existe toda una nomenclatura que pretende definir que es la pobreza, como se estratifican los distintos niveles y demás circunstancias que rodean este fenómeno de la naturaleza humana.

Efectivamente la naturaleza del hombre es la pobreza, somos carentes de capacidades físicas que a diferencia de los demás animales nos protejan del entorno o nos permitan hacernos más fácilmente de abrigo, alimentos y defensa. Empero poseemos una inteligencia superior que nos permite resolver muchas de nuestras necesidades. En esto no se repara con frecuencia, pues dicha capacidad es lo que permite crear la riqueza, término poco claro y más relevante y complicado que la pobreza, pues es obvio que ser pobre es estar próximo al estado de naturaleza, pero nos es obvio que tipo y que cantidad de riqueza nos aleja de modo colectivo de dicho estado.

Explicando la idea anterior es claro que el proceso de transformar el entorno para crear riqueza tiene costos colaterales que no se asumen dentro de los precios y costos de oportunidad inmediatos a la creación de riqueza, ejemplo es construir una cabaña de troncos de árbol y talar algunos bosques en el proceso. La cabaña resuelve una necesidad del hombre, el árbol caído tiene un costo medioambiental que no es inmediato para quien disfruta de la vivienda. En la suma de la creación de satisfactores los costos colaterales tienden a ser inmensos, un automóvil requiere de una infinidad de procesos que implican costos altísimos para todo el ecosistema, incluida la especie humana dentro del mismo, entonces cabe la pregunta: ¿debemos hacer más vehículos de transporte unipersonal o más autobuses colectivos?

El problema de los costos colaterales es que al no ser incluidos en el precio del bien creado distorsionan todo el ciclo económico, pues el crear riqueza sin asumir todos los costos genera pobreza en otro extremo de la ecuación. Es entonces que cuestionar a la riqueza es un enfoque más correcto del cambio de estado en la naturaleza humana; ¿cuán rico se es si se crea pobreza de por medio?

17 noviembre 2006

Ayrton Senna @ Monaco



In the mind of a winner...

...at any given circumstance you think you have a limit and you can go for this limit and you touch this limit and you say ok this is the limit... as so you touch this limit something happens that you can go a little bit higher with your own mighty power and your determination, your instinct and the experience as well... you can fly very high...

24 septiembre 2006

The Miniature Earth

A veces es difícil darse cuenta del nivel de riqueza que hemos alcanzado y aún con ello seguimos siendo pobres.

05 septiembre 2006

Sexto Informe de Gobierno

Una imagen dice más que 1000 palabras... no, mil palabras complementan algunas imágenes.

29 agosto 2006

EFECTO DOPPLER

La perspectiva es una noción relativa de lo que acontece, el observador que puede distanciarse lo suficiente de un fenómeno tiene la capacidad de apreciar detalles que sólo son evidentes cuando no se es parte de la cosa en cuestión.

El efecto Doppler es una consecuencia relativa a la velocidad del movimiento, la distancia y el tiempo que separa a un observador de una fuente de la que emanan ondas electromagnéticas (como la luz visible) o sonoras como la sirena de una ambulancia. En el caso de la luz si el objeto se aleja (como una estrella muy distante) su luz se desplaza a longitudes de onda más largas, es decir es más roja que en el momento de ser emitida; si el objeto se acerca su luz presenta una longitud de onda más corta, desplazándose hacia el azul. Esto es muy apreciable en el caso del sonido emanado por una ambulancia en movimiento, su sirena suena más grave cuando se acerca y más agudo cuando se aleja.

Sin embargo la perspectiva también distorsiona lo que acontece, por el efecto Doppler, es entonces que un mismo fenómeno social o económico tiene una connotación relativa al observador. Aquello que en su momento parecía grave y catastrófico (crisis política, económica e incluso emocional) tiene a ser suavizado conforme pasa el tiempo, es decir deja de ser grave (como el sonido).

Lo anterior implica que en el largo plazo todo suceso tiende a ser minimizado en la memoria (física, estadística, fotográfica, etc) los recuerdos, simplemente, parecen ser menos significativos que cuando afectaron en primera instancia. Esto que pareciera obvio, pues todos hemos sentido en alguna ocasión que simplemente “las cosas” ya no importan tanto; complica todos los métodos de análisis social (económico, político, psicológico, etc) ya que la “objetividad” que la perspectiva brinda no permite medir con exactitud el verdadero significado que “algo” tuvo en su momento.

Ejemplos sobran, ¿qué tan importante es hoy la crisis de 1994? ¿el “cambio” democrático del 2000? ¿el mega plantón del Peje dentro de 6 años? Dirían las abuelas que “las cosas” toman su justo lugar con el tiempo; pero lo dramático del asunto es que ni la literatura o el arte (menos la estadística) nos puede dar la medida puntual de aquello que ya no es; dado que el aparato crítico-analítico con el que evaluamos las circunstancias no está perfectamente ajustado a lo que aconteció. Incluso cuando usamos medidas constantes (precios constantes o que aparentan medir de modo estable el valor “algo” en el tiempo) no hace figura decir que un peso de 1980 tenía el mismo valor que un peso de 2005, pues si bien en precios constantes se compra “lo mismo” eso mismo ya no se necesita de igual modo.

Todo lo anterior permite una sola conclusión... mañana nada será tan grave como para ahogarnos hoy. Simplemente no sabremos que tan importante fue lo que pasó.

19 agosto 2006

El Político

El ser político

La dimensión política del ser es similar a todas las demás que lo componen, la social, la económica, la intelectual, la sexual, etc. La virtud del ser político es por definición controvertida, pues es más próxima a la virtud griega que a la virtud occidental contemporánea. Quizá la mayor virtud del político consiste en su capacidad para desplazar las restricciones que enfrenta, principalmente las morales.

El poder es la capacidad de cambiar el orden natural de las cosas o de cambiar la toma de decisiones de los otros. Pero el poder en abstracto no se posee con algún tipo particular título de propiedad, pues incluso las investiduras se ejercen y fortalecen a través del uso del poder. El poder tiene valor de uso y conforme al mismo se ejerce instantáneamente, es valor en cambio en la coyuntura mas no es posible cederlo como un bien, pues tal está personalizado y ceder el poder que se posee es similar a ceder la vida, por ello el político sólo se retira del oficio con la muerte.

El ser político es inherentemente perverso, pues corrompe el orden y estado habitual de las cosas. Empero no es trivial calificarlo como "bueno" o "malo" es decir bajo los cánones cristianos el político no se asimila como un ser social normal, sino que su misma marginalidad le infiere un halo que lo distingue de sus congéneres. Pero ello tiene un costo intrínseco que el político transmuta de algo meramente personal a un beneficio de la marginalidad. Es decir el modo en que el político asume sus costos es a través de una transferencia donde los otros asumen que es su deber defender la causa que este pregona, el político socializa sus costos y capitaliza las ganancias de modo individual para acrecentar el poder que ya ejerce.

Las herramientas del poder son tan diversas como la capacidad del político de proyectar su propia personalidad en tantos ámbitos como el actuar humano tiene; desde la rudimentaria fuerza física para ejercer violencia, hasta como la sutil capacidad de seducir al otro con el mero encanto personal. Todas las herramientas del político asumen y ejercen algún tipo de coacción, ello implica que toda actitud externada involucra un discurso con origen, fin y propósito; el político no conversa ni externa su verdadero sentir ni actuar (es posible que lo desconozca) sin embargo conoce el peso y fin específico de sus actos e ideas externadas. Todas ellas juegan con un sentido de la moralidad que media con la razón de los otros a través de despertar una contradicción sobre el propio sentido de la vida o del deber ser. En si el político abusa del sentido común de los otros pues es capaz de asimilar la coyuntura sin ser parte de ella; es decir el político no asume a la moralidad establecida como un valor absoluto que le involucre restricciones en su actuar; pero conoce y percibe la mayoría de las restricciones que definen la idiosincrasia de su rebaño. Conoce las reglas del juego, las usa, las ejecuta, pero jamás les otorga un valor que involucre para si mismo un freno en su actuar.

Quizá se suele asumir de modo instantáneo que el político sólo tiene como escenario la arena de la política pública, sin embargo el ser político vive en la cotidianeidad e incluso en el mismo actuar romántico del hombre (ser humano), ¿pues que acaso no es el matrimonio una institución política? el erotismo, la seducción y el enamoramiento, ¿son o no herramientas políticas de la libido?

Hay política en el lecho, en la mesa, en el romance y en el matrimonio, los amantes se seducen y convencen con argumentos de poder, que usualmente no saben manejar, ¿pues que acaso los celos no son el fracaso de toda argumentación política? y en este caso el amor no es más que un medio donde el fin es poseer destino del otro. Al igual que la ley tiene como objetivo restringir los deseos y medios de los gobernados.

El político tiene un juego, en el cual las reglas sólo existen para los demás y donde él es el único que posee la calidad moral para promulgar nuevas o para vetar las viejas, el propósito del político es mediar entre sus intereses y realidades usando como cuña su propio sentido de la moralidad. Esto es corrompiendo el sistema que le es contemporáneo diluyendo el poder de los que ya se habían establecido, la renovación es simplemente la nueva imposición de cánones y parámetros cuya utilidad es deslegitimizar el poder vigente e imponer de este modo el propio deseo.

¿Cuál es el motor del político? ¿De donde proceden sus motivaciones? Sólo el ego, la vanidad y las neurosis adquiridas en la infancia son lo suficientemente insaciables como para permitirle a un ser actuar incesantemente conforme al fin preestablecido. Es porque todo aquel ser que lleva al límite alguna de sus dimensiones, ha encontrado en ella la máxima de la satisfacciones y la más excitante de las ocupaciones.

Sólo otro político es capaz de dimensionar a otro político; competir en el juego y así no ser una ficha mas en el tablero donde se dirime quién tiene mayor capacidad de dominar en alguna coyuntura. En la cotidianeidad la política tiende a no percibirse, sin embargo está presente en cada una de la facetas que el ser humano ejerce.

01 julio 2006

Una infancia ochentera

Es extraño como el tiempo nos da perspectiva de los distintos momentos de nuestra vida, creo existe cierto efecto que la velocidad y el tiempo le imprimen a la vida, tal vez sea la teoría de la relatividad aplicado a la vida cotidiana, si hoy viajásemos a nuestro propio pasado veríamos que nuestra infancia no era tal como la recordamos.

En mi experiencia como economista hay un hecho que me es notorio, mi infancia ochentera sucedió en un entorno de gran crisis, recuerdo a mi madre agobiarse por como subían los precios, a mis padres discutiendo de por qué el gasto nunca alcanzaba. Recuerdo que escuchaba las noticias y vi en vivo el Pacto de Solidaridad y Convergencia Económica que testimoniaba y narraba Zabludowsky. Que también viví el temblor del 85 y recuerdo que los siguientes temblores nos hicieron llorar de pánico y miedo. Que en mi primaria comenzamos a hacer simulacros por si temblaba. Que no existían los microbuses, ni las combis, no, había colectivos tipo coche-lancha que hacían la ruta en pocos minutos, pues el desquiciante transito actual no existía. Curiosamente recuerdo que comprar azúcar a veces era difícil, que en Aurrerá solían acapararla y sólo la sacaban después de que se autorizaba el alza de precio. También recuerdo que la Conasupo nunca vendía cosas buenas y que Plaza Universidad era “cool” porque en realidad no existía nada más.

Hoy me dan risa los cines que presumen tener “Macro Pantalla” “Omni Pantalla” y tonterías por el estilo; ¿acaso ya no se acuerdan que el Dorado 70 tenía una pantalla más grande que una cancha de fútbol, que casi todos los cines sólo exhibían una película por temporada y que en Sanborns nunca atendían a los clientes?

Hoy sé algo grave, casi todos nos hicimos pobres en los 80, nuestros padres perdieron el poder adquisitivo en menos de un lustro, que de haber mantenido el que tenían en los 70, nuestras infancias hubieran sido, tal vez, más abundantes y cómodas. Recuerdo que la mortadela era un platillo común y que las lentejas eran muy frecuentes en la mesa. Que comprar bolillos en las panaderías Lena y tortillas en la tortillería era común porque en Aurrerá no vendían más que Bimbo.

Si, por suerte esos tiempos ya pasaron a la historia, la inflación no sólo nos quitó poder de compra, les robó a nuestro padres sus sueños, su tiempo y años de vida, si años de vida porque lo que ya tenían trabajado se hizo nada, todo se perdió un lustro, lo ahorrado se hizo poco y hasta el año pasado un peso de 1980 volvió a comprar lo mismo que un “nuevo peso” de 2005.

Hoy ya no soy un niño y me doy cuenta, que no me di cuenta que mi infancia sucedió en la peor década del México moderno, afortunadamente era un niño, pero hoy todo me hace sentido, el año en que yo nací fue de los últimos de abundancia y cuando aprendí a hablar, mi primera palabra fue inflación.

12 abril 2006

EL ALEPH (nueva época)

Hay momentos de transición en la vida que quedan en blanco en las páginas de los díarios personales, tanto virtuales como los clásicos de hojas de papel, tal vez lo importante no es contar que ha pasado, ni como sucedió ni que cambió de uno en el tiempo; tal vez lo único que logra trascender es... es uno mismo en el tiempo y en el olvido.