el aleph
01 noviembre 2010
08 julio 2010
14 junio 2010
12 enero 2010
La prostitución ¿el oficio más antiguo del mundo?
Alrededor de la prostitución existen muchos tabúes, prejuicios, dilemas y en general percepciones fantasiosas por parte de aquellos que no viven dicha realidad de manera personal o como tema de análisis. Adicionalmente, la información que existe sobre el tema es igualmente imperfecta, no existen censos, estadísticas o indicadores con cierto grado de precisión que permitan conocer cuanta gente participa en dicho entorno ya sea ejerciéndola o accediendo a dicho “servicio”.
Los mitos de la prostitución son múltiples, en principio podría enumerar los siguientes: “es una salida fácil”, “lo hacen porque les gusta”, “es un tipo de empleo”, etc. Sin embargo, la prostitución esconde múltiples caras y circunstancias que son difíciles de comprender. Primero, empecemos con algo de lógica numérica, en general el promedio de los hombres del país, es decir más del 60%, son personas de bajos ingresos, en este sentido sería muy difícil que un hombre pobre que busque a una prostituta pueda pagarle una cantidad basta, en general lo que ocurre es que el grueso de las prostitutas cobran tarifas ínfimas que en México oscilan entre los $30 y $200 por cliente. A la vez la gran mayoría de las prostitutas tienen que pagar derecho de piso ya sea al lenón que las explota, a su “protector” y casi todas a quién les preste el cuarto de hotel que usan para su actividad. Esto implica que mientras menos dinero cobra una prostituta más veces al día tiene que prostituirse para pagar los costos intrínsecos de su actividad. Segundo, la prostitución en todos sus géneros es un actividad que involucra muchos riesgos, no sólo los de salud sino lo físicos relacionados con la violencia que pueda ejercer algún “cliente”, la extorción por parte de la policía y otros; en este sentido la seguridad de la prostituta debe estar resguardada de algún modo. En muchos casos estas son “cuidadas” por sus padrotes o asisten a hoteles donde la actividad se realiza cotidianamente, es decir la prostitución es una actividad que genera complicidades tanto de las autoridades como de los involucrados (lenones, hoteleros, clientes, traficantes de drogas, etc.).
La prostitución también es un tema de clase social, en general las personas que pueden realizar cambios que impacten al grueso de la población no suelen ser los de menores estratos socioeconómicos, es decir, los legisladores, gobernantes, jefes policiales y funcionarios públicos suelen ser personas de mejor preparación y con mayores recursos económicos, que cuando llegan a acceder a la prostitución no lo hacen en las condiciones menos favorables sino en entornos más “seguros” o diseñados para engañar al “cliente” haciéndole más ameno el “servicio”. Es entonces cuando el tomador de decisiones se aleja de la cotidianidad de la prostitución y se olvida de las jóvenes indígenas sacadas de sus localidades y traídas a las ciudades para prostituirse 20 o más veces al día por treinta o cincuenta pesos cada vez. Este alejamiento sucede porque el tomador de decisiones accede a prostitutas que cobran tarifas muy superiores en entornos que no cuadran con un modelo de explotación, al menos en apariencia, al ser mujeres que aparentan mayoría de edad, que no son indígenas y que muchas veces pueden ser de procedencia extranjera.
Si a lo anterior le añadimos los conceptos novelados de la prostitución que la industria cinematográfica y televisiva han universalizado se hace más llevadera la idea de la prostituta que es una “emprendedora” que “elige” dicha vida y que cuando tiene una mejor oportunidad puede salir de la misma usualmente acompañada de un gran hombre que la ayuda a dejar esa vida con el amor y la admiración que siente por ella… patrañas, como muchas otras que nos simplifican conceptos sumamente horribles como la guerra, la esclavitud, el crimen organizado, etc.
En general los hombres con la insensibilidad que los (nos) caracteriza no suelen conceptualizar a la prostituta como una mujer como cualquier otra (sus madres, hermanas, tías, primas, etc.) sino como objetos de placer que se compran por un precio y por un momento para satisfacer caprichos, fantasías, necesidades, etc. Esto hace aún más complejo el entorno de la prostitución porque se asume como un mal necesario, trillándolo a caso extremos y usándolo como argumento para reducir la violencia de género e incluso la violación. Es entonces que cuando se aborda el tema desde la prohibición se conceptualiza como una política moralista desapegada de la realidad (en muchos casos así es).
Adicionalmente las prostitutas (mujeres) no encuentran solidaridad por parte de sus congéneres, ya que la mayoría de las mujeres que viven en un entorno lejano a la prostitución tampoco las compadecen o son empáticas con su circunstancia de vida muy al contrario el grueso de las mujeres desprecian a las prostitutas, ya que se le identifica como el símbolo de la lujuria, de la perdición, infidelidad y demás en la que sus maridos (novios o parejas) “caen ante su artimañas”. En general “la otra” es una “puta o prostituta” que roba maridos, independientemente de que cobre o no, en el imaginario las causantes de la infidelidad son las putas.
En el mundo de la prostitución obviamente no sólo se encuentran las mujeres adultas, sino también lo están las niñas, niños, transexuales, homosexuales, etc. Como lo mencioné en un principio no se tienen estadísticas que permitan saber cuántas personas ejercen o son obligadas a ejercer dicha actividad. Tomemos el caso de una chica de 14 año tlaxcalteca que fue engañada para salirse de su casa bajo el argumento de obtener un buen salario trabajando unas horas al día como “edecán”; que al llegar a la ciudad es sometida a golpes, privada de su libertad, incomunicada, tatuada como ganado para saber de quién es, violada, golpeada y drogada para someterla a la voluntad de su captor, así en un par de semanas su conciencia ha sido secuestrada y es entonces cuando se le obliga a parase en las calles aledañas de la Merced (una zona de la Ciudad de México), para prostituirse bajo la amenaza de ser golpeada sino regresa con cierta cantidad de dinero, indicándole a que hotel debe meterse con cada cliente y es más demostrándole que la policía que “vigila” la zona no le ayudara, pues en la complicidad el policía prefiere el dinero que hacer lo que debe. Es claro que en este esquema la prostituta no es libre no ejerce la actividad por su propio deseo, su condición es muy similar a la de un esclavo. Su esperanza de vida se reduce dramáticamente pues por $50 tiene que acceder a tener sexo con quien sea durante algunos minutos, en múltiples sesiones; así, para obtener la cuota con la cual librará el castigo tendrá que repetir la faena 20 o 30 veces las siguientes 8 o 16 horas, los 7 días de la semana, los meses que pueda mantenerse en pie sin enfermarse, sin desnutrirse, sin enloquecer o sin ser demasiado afectada por las drogas y la mala vida.
El anterior tal vez pueda parecer un caso extremo, sin embargo es más común porque como se mencionó es más fácil para un obrero de la construcción, del transporte, etc.; pagar $30 o $50 pesos que $10,000 por una mujer de Europa del este. Es la simple lógica de la oferta y la demanda. Sin embargo, como actividad clandestina que es, la prostitución puede tener caras muy amables y disfrazar las atrocidades que ocurren tras bambalinas. ¿Qué garantía de libre ejercicio de la prostitución hay en el caso de las prostitutas de alto nivel que cobran $5,000 o $10,000 en lujosas mansiones? ¿Acaso si vivieran bajo el yugo de un explotador lo podrían confesar a sus “clientes”? ¿Pueden salir solar y gastar su dinero? ¿El dinero es de ellas? Las interrogantes son múltiples y las soluciones sumamente complejas.
Sin abordar el tema de la trata de blancas es claro que muchas prostitutas son víctimas de un sistema de explotación sexual que incluye al crimen organizado, a autoridades corruptas y se enmarca en una cultura altamente machista.
A lo largo del texto he entrecomillado la palabra cliente y me parece que lo correcto sería sustituirla por “cómplice explotador” pues tanto el albañil que paga $30 como el senador o gran empresario que paga $10,000 forman el último eslabón de la cadena de explotación sexual a la que está generalmente sometida la prostituta. En la ignorancia del “cómplice explotador” no cabe la disculpa a su machismo y falta de educación, donde conceptualiza a la prostituta como objeto de su satisfacción. Usualmente se le usa bajo múltiples pretextos, como algo “normal” o con el “para eso están” y “en mi casa no me dan”, etc. En el discurso entre hombres es común oír expresiones como “vámonos de putas”, “para que se estrene”, “para que se haga hombrecito”, etc. Si bien no es un tipo de enseñanza explícita dentro del imaginario colectivo de los hombres la prostitución tiene un fin claro que es perpetuado generación tras generación.
El dilema, en mi perspectiva, va más allá de la moral, de la sexualidad misma o de tabúes religiosos. Creo el punto clave es la explotación bajo la cual puede vivir la prostituta y lo difícil que sería saber con certeza en qué condiciones personales ejerce dicha actividad. Además, de las distintas vertientes que tienen fenómeno con sus propias complicaciones (prostitución infantil por ejemplo). Desde la perspectiva de la seguridad pública el tolerar zonas de prostitución sólo reduce el precio y la clandestinidad bajo la cual sucede, pero no elimina sus peores vertientes. Lo mismo sucede cuando se legaliza, como si por ser legal un negocio siempre cumpliera con las regulaciones impuestas (es la falacia de la legalidad).
El problema de raíz de la prostitución no son los criminales explotadores o las prostitutas; es la marginación en la que nacen las prostitutas sumado a las taras culturales de los consumidores, los “clientes” (cómplices explotadores) que acuden a la prostitución como algo normal, cotidiano y aceptable. Descuidando que en muchos casos la prostituta es víctima de una red de explotación, una red que puede someter por medio de la violencia incluso a familiares queridos (niños y mujeres jóvenes principalmente).
En mi perspectiva el tema se reduce a la educación (principalmente de los varones) sobre la sexualidad, sobre el machismo. Se amplía a sensibilizar a hombres y mujeres respecto al problema que implica el acudir con prostitutas y desmitificar quiénes son y cómo viven estas mujeres, niñas, niños, hombres, transexuales, etc. A darle realidad y crudeza a un tema en el que al educar correctamente a los hijos podemos tener grandes logros.
La prostitución no es el oficio más antiguo del mundo, es la forma más generalizada de abusar y explotar a una mujer.
Aquí un par de links con una serie de reportajes de El País y Reforma
http://bit.ly/4CaiB6 explotación sexual en España
http://bit.ly/7vTc02 explotación sexual en México
http://bit.ly/7VgcaW narcotraficantes y chulos...
20 octubre 2009
Los “servicios básicos” de la Administración Pública Federal
En el Presupuesto de Egresos de la Federación para el año 2009 (PEF09) en la partida 3100 que incluye, entre otros, los servicios de telecomunicaciones, correo, agua y luz. Se presupuestaron21,825 millones de pesos. La información que los Analíticos Presupuestales brindan es opaca y agrupa dentro de dicha partida el gasto en luz, agua, telefonía, celulares, etc. Sin embargo la información que provee es suficiente para compara algunas incongruencias que suceden actualmente.
Mientras la miscelánea fiscal para el 2010 contempla una recaudación adicional a través demayores impuestos, la Administración Pública Federal (APF) gastará sólo en dichos servicios más de lo que recaudará a costa de toda población. Según datos del periódico Excélsior los nuevos impuestos a telecomunicaciones, cerveza y tabaco sólo alcanzaran a recaudar 13,121.5 millones de pesos; es decir el 60% de lo que gastara la APF durante este año (2009) en “servicios básicos”.
13 agosto 2009
05 agosto 2009
Le economía comienza a recuperarse.
Los datos reportados por el INEGI al mes de julio del presente muestran que la tendencia hacia la recuperación económica se sostiene. Primeramente el indicador de pedidos manufactureros (IPM) http://tinyurl.com/mst3rx que mide la relación entre producción, demandan, personal ocupado, respuesta de proveedores e inventarios de insumos, muestra un crecimiento del 20% respecto a diciembre del año pasado aunque sigue siendo menor al presentado en julio de 2008. Esto implica que desde el momento más crítico de la recesión económica las empresas han logrado revertir positivamente el efecto de la contracción.
Adicionalmente se reveló el índice de confianza del productor (ICP) en julio 2009 http://tinyurl.com/mye7dk mostró que a pesar de la reacción positiva del desarrollo de las empresas los empresarios no sostienen un nivel de confianza proporcional; ya que el indicador sólo se incrementó en 9.3% respecto a diciembre el año anterior. Destacando solamente un incremento del 8% respecto a junio pasado en la esperanza de una mejora en la situación económica futura del país. En general la confianza actual de los productores es muy baja al situarse el indicador en 37.5 mismo que se ubicó en julio del 2007 en 54.5.
Debe tenerse presente que estos indicadores sólo muestran una parte del entramado económico. Que su eventual generalización depende de factores positivos en distintos ámbitos y de una correcta campaña de difusión de logros que genere certidumbre en la población y en los actores económicos, ya que adicional a los factores estructurales, en toda crisis económica, también existen factores psicológicos y de percepción.
17 mayo 2009
Herencias Culturales
Hace algunos años practicaba mi tour culinario, del que ya he hablado aquí, la realidad es que soy aficionado a comer en ciertos lugares no sólo por la comida, sino por la gente que los visita y la gente que los administra o cocina. Varios de estos lugares me fueron heredados por mis padres, mis abuelos y uno de mis tíos. Los tacos del Espartaco en 5 de mayo entre Bolívar e Isabel la Católica, es la herencia de mi tío Víctor; que tenía su despacho sobre Bolívar y cuando mi mamá y yo lo íbamos a visitar aprovechábamos y comíamos tacos ahí; el lugar existe todavía y que yo recuerde tiene 25 años que lo visito, los mismos señores que conocí de niño siguen ahí engordando panzas y sus carteras.
En la década de los 80 la variedad gastronómica de la Ciudad de México era pobre, como la ciudad, como el país y como la mayoría de nosotros. Los bonitos restaurantes de la Condesa no existían (salvo dos), Mazaryk era una calle bonita pero tampoco existía “Polanquito” y la Zona Rosa era lo más “In” de la ciudad, también algunos pedazos de Reforma y los clásicos lugares del Centro Histórico. Entonces, para los sibaritas clase medieros de aquella época sólo nos quedaban las buenas loncherías, los locales selectos de los mercados, los changarros en las carreteras y los cafés de chinos mexicanos.
Ayer visité dos de mis clásicos, el puesto de quesadillas en el mercado de Coyoacán que está en la puerta 8; ese lugar lo visito desde los 8 años, mi papá lo descubrió en una época que trabajó por ahí cerca dando clases a los choferes de la extinta ruta 100. Íbamos de vez en vez y la señora que sigue atendiendo ahí tenía 3 pequeñas hijas un poco mayores que yo. He visto crecer el lugar y profesionalizarse, las niñas ahora son mujeres y aunque me conocen bien, dudo que recuerden a mi padre que ya nunca se para por ahí.
En la calle de Progreso en la colonia Escandón existe un local en el que se venden pambacitos, en realidad distan mucho de ser los clásicos pambazos bañados en grasa de chorizo, son en realidad unas miniaturas de un peculiar pan hecho de harina frita con una exquisita consistencia, están rellenos de guisos muy sabrosos, este lugar lo conozco desde hace 25 años o más, las señoras que lo atienden se caracterizan por ser mal humoradas y jetonas, pero que importa no voy a verles la cara. Ese lugar lo conocí de la mano de mi madre, que ya casi nunca lo visita, yo mismo tenía 3 años o más de no ir. Es excelente para cenar ahí los viernes o sábados.
Este recuento toma sentido porque como buen heredero comencé a cuestionarme cual sería la herencia para mis hijos ¿qué lugares, entre los muchos que me han dejado, persistirán otros 30 años? Dudo que alguno de ellos quede, sus dueños serán ancianos o muertos para entonces. Mi herencia no puede consistir en un café de la Condesa donde lo único que no cambia son las mesas de hacer inoxidable. Mucho menos un impersonal Starbucks y tampoco alguno de los bonitos restaurantes donde los meseros cambian con mayor frecuencia que los precios o son clausurados cada tres años por el delegado en turno.
Es triste ver como la “modernidad” y el crecimiento económico paulatinamente nos alejan de las personas. Un lugar es clásico se hace clásico cuando se construye una complicidad entre el que paga la cuenta y el que guisa tus recuerdos.