29 marzo 2005

Sobre el Ingeniero

La vida suele ser tramposa, por un lado nos da oportunidades que cambian nuestra vida y por otro nos llega a generar culpas o compromisos tácitos que limitan nuestra expresión.}

Ayer publicaba Denise Dresser en su columna del Reforma sobre “el innombrable” refiriéndose a Carlos Slim, decía que este y su poder económico mueven esferas por encima del poder de la legalidad y de lo democrático, que tiene influencia en la toma de decisiones nacionales y que los privilegios de los que ha gozado en los últimos veinte años han hecho del él el hombre más rico de Latinoamérica y el cuarto del mundo; con sus 23.8 mil millones de dólares puede y hace casi todo lo que quiere.

Yo conozco al Ingeniero, lo he saludado de mano, he estado en su oficina y tengo una foto perdida en algún lado donde estoy junto a él, sí lo conozco porque gracias a él mi vida cambió de un modo muy importante, pues me dio la oportunidad de ser becario de la Fundación Telmex. Dicha beca no sólo fue un salario mínimo en efectivo al mes, que compro algunos libros y varias entradas al cine, fue la posibilidad de conocer a gente extraordinaria, amigos para toda la vida, gente que tocó mi vida de un modo u otro y me transformó. Mis primeros empleos, un viaje al evento anual del American Academy of Achivement que me abrió otros horizontes, la posibilidad de imaginar otras alternativas para mi vida, muchas y muy distintas circunstancias que gracias a él hoy me hacen, creo yo, un mejor hombre y un mejor mexicano.

Hay quienes creen que yo estoy resentido con la Fundación que por “alguna extrañan razón” tengo rencor contra ella y que he dejado de valorar todo lo anterior que he mencionado (entre otras muchas cosas), cosas más falsa no existe y muy al contrario, en lo personal siento que debo mucho por esa oportunidad; además, tal vez, hubo un pequeño momento en que una llamada suplicante pudo haberme permitido continuar con el privilegio de ser becario, nunca la hice pues sentí que ya había recibido demasiado y que ya no venía al caso volver a pedir.

Pero con el Ingeniero sucede lo mismo que con las formas de gobierno según Aristóteles, ni la democracia ni la aristocracia son las mejores pero tampoco pueden convertirse en las peores y la mejor que es el caso de la monarquía cuando existe un “buen rey” puede resultar la peor si se convierte en un dictador.

Pues yo creo que el Ingeniero es como un buen rey, un hombre que pienso es el más patriota de los mexicanos vivos, el primero en decir yo hago esto por mi país, el único que gasta sus millones en desarrollo social ha gran escala y el único que no se ufana diciéndolo, creo lo hace de corazón, es un hombre cuyos monopolios sirven de en parte para hacer redistribución de la riqueza y aún más importante creación de la misma; es quién le aporta más ingresos al Estado vía impuestos después de PEMEX y quien ha transformado el concepto de hombre de negocios en México. Sí eso creo respecto a él, creo que sus hijos comparten esos valores e ideales que él tiene y por ello creo también que por algún tiempo estamos a salvo.

Pero el lado malo es que el Ingeniero no es eterno y que si bien su patriotismo es útil por ahora, por otro lado genera muy grandes costos a largo plazo, por un lado Telmex es una concesión del Estado y además las redes de comunicaciones son públicas, esto quiere decir que aún cuando hallan sido pagadas con inversión y recursos particulares el acceso a ellas debe ser libre, ello permite eficientar el mercado, reducir costos, ampliar coberturas y tener ahorros sociales de escala que benefician al país. Cuando las vías de comunicación se hacen privadas se multiplican infraestructuras y eso aumenta los costos, cuando se dominan los mercados se ejercen monopolios u oligopolios que hacen a las empresas ineficientes, que disminuyen la riqueza de la sociedad y que genera una pérdida irrecuperable del bienestar.

Sí, yo estoy agradecido con el Ingeniero y con sus proyectos sociales pero, sé como economista que todo aquello que él da no compensa la pérdida económica que le produce al país el poder monopólico que tienen sus conglomerados empresariales pues nos aleja de un mejor nivel de competencia, productividad y desarrollo económico.