28 agosto 2007

La necedad de escribir

Iniciar un texto tiene una gran complicación, y es tener una idea clara de lo que se quiere decir; aquellos que ya tienen un tema en particular suelen complementarlo o abordarlo desde distintos ángulos, los que como yo escriben por escribir o por la necesidad de compartir con un lector (quien quiera que sea) lo que sienten, viven o piensan, suelen encontrarse con bloqueos emocionales que usualmente les impiden escribir algo coherente y con un sentido específico.

Recientemente la burocracia me atrapó, tal vez es el destino, pues casi todos mis parientes cercanos y peor aún mis amigos más cercanos son burócratas declarados y añejados. Yo no me imaginaba en una oficina de sol a sol, critico la idea de vivir más tiempo en la oficina que en el mundo real, esperar con anhelo que llegue el viernes y soñar con una semana de vacaciones en diciembre y con suerte otra en Semana Santa; peor aún hacer planes pensando como sacarle jugo al aguinaldo y dormir tranquilo sabiendo que “ahora si, en la próxima quincena” liquido, pago, compro, etc., etc. Lo más triste es ver las tardes soleadas caer por la ventana y yo pensando lo fabuloso que sería estar caminando por alguna plazoleta tomando un café y leyendo un libro o algún periódico.

De mis muchos trabajos para la edad que tengo, ya pasé de la bolsa a la docencia, por la indecencia y la apariencia. Es decir, ya trabajé y en algún momento emprendí cosas que finalmente no resultaron; mas el fracaso es pasajero y en esta vida uno debe correr sabiendo que hay más de una meta y que la carrera de mañana también será ardua y que el gozo está en correr, llegar es una satisfacción momentánea, pues uno no llega a una meta para tener un trofeo más sino porque la expectativa del triunfo es lo que genera el incentivo de la lucha.

Ahora pues mis primeras impresiones en el mundo burócrata son las siguientes:

  1. el que llega primero no es el que trabaja más.
  2. el primero en irse no es el que trabaja menos.
  3. como siempre lo he sospechado, meter a tanta gente en un mismo espacio y con tan distintos perfiles genera antipatías inmediatas.
  4. hablar en secreto es la regla.
  5. los modales son más trascendentes que los oficios.
  6. sonreírle a todos abre más puertas que nada.
  7. mi madre tenía razón, los porteros y las secretarias son los más importantes; de ellos depende que entres a una oficina o no.

Debo admitir que mi reticencia a trabajar fue muy fácilmente modificada, como diría un amigo “nada cambia más rápido las convicciones que el dinero”.