21 agosto 2005

Temas no resueltos

Hay un par de temas en mi vida que son controversiales, el que hoy quiero platicarles es acerca de la paternidad. El instinto de conservación, tal cual, es una pulsión por la reproducción, no perse; sino a través del placentero acto sexual. Al menos todos los mamíferos gozamos del orgasmo, por ello en la búsqueda del placer sexual nos reproducimos.

Pero a diferencia de los demás animalitos del señor nos jactamos de tener conciencia, es decir, reflexividad sobre nuestros actos e historia de vida. Ello nos coloca en un plano distinto, que se caracteriza por el predecir la consecuencia de los mismos, de ahí radica que la mayor parte de nuestro actos instintivos se conviertan en una elección. En la actualidad la anticoncepción está ampliamente difundida y el acceder a métodos que prevengan el embarazo es factible para casi cualquier persona en el mundo occidental, incluso; las personas de más bajos recursos pueden acceder a ellos de un modo. Pero sin el afán de ser utópico, quiero pensar que existimos al menos un 40% de personas que relativamente podemos realizar nuestras decisiones sin mayores complicaciones, entonces: ¿por qué tener hijos?

Hay quienes dicen que la vida es el mejor regalo que puedes darle a alguien, es extraño pues para que ello suceda “recibir un regalo” es necesario primero existir. Sin ser fatalista la realidad es inminente y la mayor parte de la población mundial en el presente e incluso históricamente ha vivido en condiciones de miseria, esclavitud, hambruna, epidemia, mutilación, humillación y adoctrinamiento que en general ha hecho vivir a miles de millones de personas una vida plagada de miseria y sufrimiento; tanto físico como espiritual. Incluso aquellos más favorecidos sufren también otro tipo de pesares. De hecho mi supuesto “sufro luego existo” es condición sine qua non a la vida y existencia misma.

Para ser padre de alguien no es necesario concebirlo, hay miles de millones de niños en el mundo necesitados de cariño, amor y cuidados. Entonces ¿para qué uno más? si ya existe uno que necesita de nuestro amor. Es entonces cuando la paternidad por decisión de concepción es el acto más irresponsable y egoísta en el que una pareja o individuo puede incurrir. Me explico, la existencia es una condena de la cual uno sólo se libra a través de la muerte, la mayor parte de los seres somos y seremos intrascendentes tanto para nosotros mismos (la evasión del ser, la fuga y la vacuidad; son temas para otro blog) como para los demás y la historia universal, incluso aquello que han logrado perdurar milenios en nuestra memoria conforme al tiempo serán olvidados por todos. Entonces la trascendencia no existe más que efímeramente, el trascender a través de otro ser es una necesidad de llenar aquel vació que no logramos saciar por nosotros mismos y; la necesidad de querer, amar, proteger y cuidar a otro ser como un sentido de utilidad o romanticismo simplemente es la cumbre de la vanidad, egoísmo e intrascendencia misma del ser.

Ahora bien, digo que este tema es controversial en mi vida porque me lo he cuestionado del modo anterior infinidad de veces, es decir como desde hace seis años, ello implica que en ocasiones llego a la conclusión de que me encuentro en lo cierto y que el hombre en su bestialidad no reflexiona sobre la existencia y condena al no nato a existir; incurriendo en vanidad y egoísmo puro. Otra conclusión es aquella en la que dudo de mi elocuencia y pienso que muy seguramente me encuentro equivocado y que soy víctima de mi edad y que seguramente pensaré distinto cuando “madure” un poquito (dicen que aquello que madura comienza a echarse a perder).

En fin, se aceptan comentarios. Yo en este momento sigo pensando que concebir es egoísmo puro, que la vida y la existencia son una condena y que ya vivo es mejor vivir que morir, pues la vida tiene placeres que en el limbo no se conocen. Por otro lado pienso que la necesidad querer, proteger y cuidar puede ser saciada a través de la adopción, pues mis necesidades complementan las de otros al saciarlas mutuamente.