16 octubre 2005

La obesidad

Alguna vez ya escribí sobre este tema y es porque en particular me preocupa, ya que mucha de mi gente más querida es obesa.

No es que yo exagere o que sienta tener algún grado de superioridad moral por haber vencido la obesidad y hasta el momento seguir manteniendo una figura esbelta; tampoco es porque crea que ser delgado es una cuestión meramente estética o de vanidad, sino que la obesidad es una enfermedad terminal, que al igual que el cáncer, la diabetes y el SIDA lleva a una muerte lenta, dolorosa, miserable e indigna.

En mi experiencia personal la obesidad se relaciona con un problema de auto estima, con un desorden alimenticio generalizado que en mi vida ha migrado desde la vigorexia, a la glotonería y luego a la anorexia, trastornos que padecí entre los 16 y los 23 años. La obesidad en particular obedece a varios factores, entre ellos: la ansiedad, el estrés y la falta de autoestima.

La comida es vital para la vida, por ello ingerirla produce placer, comer grasas, proteínas y en particular azúcares produce un placer adictivo dado que el cerebro está configurado para compensar con endorfinas la ingesta de cualquier alimento que los contenga. Desde que somos seres vivos hemos logrado sobrevivir a través de consumir estos alimentos, lo cual nos lleva a luchar intensamente por obtenerlos.

Sin embargo el exceso de alimento genera una sobre acumulación de energía en forma de grasa, que al nunca ser requerida en suficiente cuantía, dado que -en general- las hambrunas no son comunes; produce problemas de salud graves como: hipertensión, diabetes e incluso cáncer (recientes estudios relacionan a la obesidad con el cáncer); eso sin contar la disminución en la calidad de la vida sexual, rendimiento intelectual, etc. La obesidad es una enfermedad degenerativa que causa la muerte anticipada.

Hay casos de obesidad causados por problemas endocrinos, pero en general la obesidad es un problema de hábitos alimenticios, pues basta con saber que menos del 0.1% de la población mundial tiene problemas endocrinos y en el caso de México 55% de las mujeres y 45% de los hombres son gordos u obesos. El sobre peso no es una cuestión relativa, sino absoluta, pues en mi experiencia muchas veces uno se compara con aquellas personas que tienen más de 30kg de sobre peso y entonces uno piensa que los quince de más que tengo no me hacen gordo, para fines prácticos basta tener un poco de grasa abdominal lo suficientemente extensa como para formar una lonja visible a simple vista que denota sobrepeso.

El obeso es un caso extremo de gordura, el cual se caracteriza por más de un 15% de sobrepeso, es decir la obesidad es pesar 80kg cuando se debe pesar 70kg. Actualmente existen distintas posiciones ideológicas respecto a la obesidad, una es el "aceptarse" como gordo y feliz, lo cual es un grave error, pues ello es equivalente a decir "si, soy alcohólico y que". Otra que equivale a decir también los gordos son bellos, pero repito no es una cuestión de estética sino de salud, sin embargo cualquier persona saludable es atractiva en general. No existen enfermos guapos o atractivos, pues aún cuando sean modelos de pasarela pueden ser repulsivos si están enfermos, incluso cuando despiertan compasión. Un obeso es tan repulsivo como una persona con cáncer en la piel o un diabético con aroma a vinagre; igualmente repulsiva lo es una anoréxica o bulímica con apariencia de muerto.

La obesidad no debe ser aceptada, debe ser combatida y, por más que nos acostumbremos a ver gordos, fumadores y alcohólicos no debemos considerarlos como un sexy fumador, un borracho alegre o un gordito lindo; muy al contrario. Cuando yo era obeso perdí toda noción de mi físico, me veía al espejo y decía: "delgado no soy, pero obeso... tampoco, si acaso estaré algo pasado de peso"; sin embargo llegue a pesar 95kg, lo cual me calificaba como un obeso del tipo 1, dado que como máximo debo pesar 75kg. Incluso llegue a pensar que ser gordo era equivalente a ser feliz y de igual modo que estando gordo le era más atractivo a las mujeres. Pero todo lo contrario.

La obesidad disminuyó mi calidad de vida, mi rendimiento físico, mi rendimiento intelectual. Mi vida en general se convirtió en un proceso de comer compulsivamente y desordenadamente, cinco comidas al día, 2.5 litros de coca-cola al día, nunca dije, gracias ya fue suficiente e incluso me disgustaba con mi madre cuando me servia porciones suficientes más no excesivas. Tres bisteces, doce tortillas, un aguacate entero y un litro de leche al día, más el refresco, las golosinas, el pan dulce, etc.

Hubo un día clave en mi vida, pues aún cuando una vez ya había bajado de peso, fue más por anorexia que por salud, ese día en particular me vi al espejo, me observé con cuidado, me miraba en varios ángulos, veía mi cara, mi cuerpo, la descomunal panza y la papada, ese día me di vergüenza de mi mismo, sentí repulsión de mi estado, me sentí gordo, feo, casi lisiado. Ese día decidí cambiar y empezar una nueva vida, hacerlo bien, no matándome de hambre sino comiendo saludablemente, dejando la comida chatarra, cero refresco, cero golosinas, cero papas fritas y dulces.

Decidí dejar la coca-cola, que marca para mi la adicción más severa que he padecido; para hacer referencia a ello una amiga que no había visto hace cinco años me dijo, "¡¿apoco ya no tomas coca-cola?! yo no te concebía sin una coca-cola en la mano, siempre estabas tomándola a toda hora" y es cierto, casi siempre era lo primero que consumía al despertarme, lo que bebía en vez de agua y con lo que acompañaba todos mis alimentos.

Dejar la coca-cola fue un proceso de 15 meses muy difíciles pues no dejaba de desearla, soñaba que la bebía y aún cuando mi cuerpo dejó de necesitarla mi mente se cuestionaba si ahora que ya no era adicto podía consumirla moderadamente, hasta un día que decidí jamás volver a beberla, pues no la quería, no la necesitaba y además ya no me gustaba ese sabor (extrañamente ahora el simple hecho de pensar beberla me produce asco).

Dejar el refresco sólo fue el primer paso, luego vino dejar de comer en exceso, conformarme con porciones moderadas, un bistec en vez de cinco tres tortillas en vez de doce, un cuarto de aguacate al día en vez de uno y cero leche en vez de mi habitual litro. El proceso duró desde septiembre del 2003 hasta diciembre de 2004 en que baje 17.5kg para pesar 75kg que es mi peso promedio máximo, pues mi ideal es 72.5kg.

Debo decir que mantenerme en 75kg ha sido una prueba de disciplina férrea, la tentación existe, cada día debe vencer la gula, el antojo y comer saludablemente, ahora, nadie que me haya visto más de dos veces me concibe sin una botella de agua simple en la mano, bebo mínimo tres litros al día.

Vencer el sobre peso no es un reto inalcanzable, es un deber personal, es un compromiso con la vida, no se puede rechazar el aborto, la eutanasia, la pena de muerte, el suicidio e incluso el homicidio y la tortura mientras uno mismo se aniquila en el sobre peso, la nicotina, el alcohol o alguna otra droga.

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