Ser o no-ser, o ¿cómo vivir el amor en tiempos posmodernos?
Decía un tío que el amor en una enfermedad, sufres palpitaciones, te da calentura y dices incoherencias, pero también decía que afortunadamente se cura con el tiempo. Pienso que la cura no es tan afortunada como él predicaba, dado que vida romántica es un modo de trascender y de disfrutar la vida.
Sin embargo parece que a muchas parejas el amor les resulta más una complicación que un beneficio; pues existe una fuerte tendencia a caer en relaciones codependientes en las cuales las personas se crean problemas y generan vicios dentro de sus relaciones, principalmente celos, chantajes, violencia; creando cuadros de baja autoestima, aislamiento social y en general un malestar anímico más que un placer.
Sin embargo parece también que es un problema que en el caso de los mexicanos tiende a agudizarse, pues la cultura católica pro-machista hace que los hombres en general estemos poco preparados para vivir relaciones de románticas libres, respetuosas de la integridad y de la individualidad del otro. Esto parece más estar vinculado con la idea de “pertenencia”: “mi novia”, “mi mujer”, “mía”; es ahí donde el concepto de libertad se pervierte, pues vivir una relación romántica no implica pertenencia, uno no posee al otro, simplemente ambos comparten su tiempo, cariño, amor, cuerpo, espíritu, ideales, etc.
Pareciera que, por lo que escucho de muchas mujeres, gran parte de problema es que los hombres que no han aprehendido a respetar a sus parejas y siguen aferrados a un esquema de relación de “macho Alfa dominante”. Sin embargo también las mujeres generan muchos de los conflictos en general, creo sólo son una exteriorización de problemas de baja autoestima en ambos casos (hombre o mujer). Pues basta ver cuantas malas parejas uno suele encontrarse en el tiempo, en realidad, la excepción son las parejas que “funcionan” bien; pues la gran mayoría vive relaciones tormentosas, monótonas, poco satisfactorias para ambos y en general están con el otro aun cuando no se siente bien mutuamente.
Parte del problema puede ser resuelto en el modo en que se definen las relaciones, en el amor hay muchos juegos y cada uno tiene reglas, muchas de ellas son reglas que se definen con el tiempo, otras deben ser principios básicos. Sin embargo lo difícil no es definir las reglas o conceptos, sino hacerlos válidos; toda relación es un concepto en sí, pero ello no implica poner “etiquetas”: “novios”, “amantes”, “esposos”, “concubinos”, etc. Porque las etiquetas tienden a ser lugares vacíos, lo relevante es, al final de cuentas, como se vive en la cotidianeidad el respeto al otro y como se comparte aquello que es el amor.
Lo lamentable del amor es la confusión que suele tenerse al creer que llorar, sufrir, chantajear, celar, controlar, determinar, imponerse sobre el otro y absorberle toda su vida y limitarlo a sólo estar con uno en todo momento, sea amor. El amor no es fácilmente definible, pero si es sencillo distinguir cuando no hay amor de por medio entre dos personas; porque uno de los dos no es feliz.
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