EFECTO DOPPLER
La perspectiva es una noción relativa de lo que acontece, el observador que puede distanciarse lo suficiente de un fenómeno tiene la capacidad de apreciar detalles que sólo son evidentes cuando no se es parte de la cosa en cuestión.
El efecto Doppler es una consecuencia relativa a la velocidad del movimiento, la distancia y el tiempo que separa a un observador de una fuente de la que emanan ondas electromagnéticas (como la luz visible) o sonoras como la sirena de una ambulancia. En el caso de la luz si el objeto se aleja (como una estrella muy distante) su luz se desplaza a longitudes de onda más largas, es decir es más roja que en el momento de ser emitida; si el objeto se acerca su luz presenta una longitud de onda más corta, desplazándose hacia el azul. Esto es muy apreciable en el caso del sonido emanado por una ambulancia en movimiento, su sirena suena más grave cuando se acerca y más agudo cuando se aleja.
Sin embargo la perspectiva también distorsiona lo que acontece, por el efecto Doppler, es entonces que un mismo fenómeno social o económico tiene una connotación relativa al observador. Aquello que en su momento parecía grave y catastrófico (crisis política, económica e incluso emocional) tiene a ser suavizado conforme pasa el tiempo, es decir deja de ser grave (como el sonido).
Lo anterior implica que en el largo plazo todo suceso tiende a ser minimizado en la memoria (física, estadística, fotográfica, etc) los recuerdos, simplemente, parecen ser menos significativos que cuando afectaron en primera instancia. Esto que pareciera obvio, pues todos hemos sentido en alguna ocasión que simplemente “las cosas” ya no importan tanto; complica todos los métodos de análisis social (económico, político, psicológico, etc) ya que la “objetividad” que la perspectiva brinda no permite medir con exactitud el verdadero significado que “algo” tuvo en su momento.
Ejemplos sobran, ¿qué tan importante es hoy la crisis de 1994? ¿el “cambio” democrático del 2000? ¿el mega plantón del Peje dentro de 6 años? Dirían las abuelas que “las cosas” toman su justo lugar con el tiempo; pero lo dramático del asunto es que ni la literatura o el arte (menos la estadística) nos puede dar la medida puntual de aquello que ya no es; dado que el aparato crítico-analítico con el que evaluamos las circunstancias no está perfectamente ajustado a lo que aconteció. Incluso cuando usamos medidas constantes (precios constantes o que aparentan medir de modo estable el valor “algo” en el tiempo) no hace figura decir que un peso de 1980 tenía el mismo valor que un peso de 2005, pues si bien en precios constantes se compra “lo mismo” eso mismo ya no se necesita de igual modo.
Todo lo anterior permite una sola conclusión... mañana nada será tan grave como para ahogarnos hoy. Simplemente no sabremos que tan importante fue lo que pasó.
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