El Político
El ser político
La dimensión política del ser es similar a todas las demás que lo componen, la social, la económica, la intelectual, la sexual, etc. La virtud del ser político es por definición controvertida, pues es más próxima a la virtud griega que a la virtud occidental contemporánea. Quizá la mayor virtud del político consiste en su capacidad para desplazar las restricciones que enfrenta, principalmente las morales.
El poder es la capacidad de cambiar el orden natural de las cosas o de cambiar la toma de decisiones de los otros. Pero el poder en abstracto no se posee con algún tipo particular título de propiedad, pues incluso las investiduras se ejercen y fortalecen a través del uso del poder. El poder tiene valor de uso y conforme al mismo se ejerce instantáneamente, es valor en cambio en la coyuntura mas no es posible cederlo como un bien, pues tal está personalizado y ceder el poder que se posee es similar a ceder la vida, por ello el político sólo se retira del oficio con la muerte.
El ser político es inherentemente perverso, pues corrompe el orden y estado habitual de las cosas. Empero no es trivial calificarlo como "bueno" o "malo" es decir bajo los cánones cristianos el político no se asimila como un ser social normal, sino que su misma marginalidad le infiere un halo que lo distingue de sus congéneres. Pero ello tiene un costo intrínseco que el político transmuta de algo meramente personal a un beneficio de la marginalidad. Es decir el modo en que el político asume sus costos es a través de una transferencia donde los otros asumen que es su deber defender la causa que este pregona, el político socializa sus costos y capitaliza las ganancias de modo individual para acrecentar el poder que ya ejerce.
Las herramientas del poder son tan diversas como la capacidad del político de proyectar su propia personalidad en tantos ámbitos como el actuar humano tiene; desde la rudimentaria fuerza física para ejercer violencia, hasta como la sutil capacidad de seducir al otro con el mero encanto personal. Todas las herramientas del político asumen y ejercen algún tipo de coacción, ello implica que toda actitud externada involucra un discurso con origen, fin y propósito; el político no conversa ni externa su verdadero sentir ni actuar (es posible que lo desconozca) sin embargo conoce el peso y fin específico de sus actos e ideas externadas. Todas ellas juegan con un sentido de la moralidad que media con la razón de los otros a través de despertar una contradicción sobre el propio sentido de la vida o del deber ser. En si el político abusa del sentido común de los otros pues es capaz de asimilar la coyuntura sin ser parte de ella; es decir el político no asume a la moralidad establecida como un valor absoluto que le involucre restricciones en su actuar; pero conoce y percibe la mayoría de las restricciones que definen la idiosincrasia de su rebaño. Conoce las reglas del juego, las usa, las ejecuta, pero jamás les otorga un valor que involucre para si mismo un freno en su actuar.
Quizá se suele asumir de modo instantáneo que el político sólo tiene como escenario la arena de la política pública, sin embargo el ser político vive en la cotidianeidad e incluso en el mismo actuar romántico del hombre (ser humano), ¿pues que acaso no es el matrimonio una institución política? el erotismo, la seducción y el enamoramiento, ¿son o no herramientas políticas de la libido?
Hay política en el lecho, en la mesa, en el romance y en el matrimonio, los amantes se seducen y convencen con argumentos de poder, que usualmente no saben manejar, ¿pues que acaso los celos no son el fracaso de toda argumentación política? y en este caso el amor no es más que un medio donde el fin es poseer destino del otro. Al igual que la ley tiene como objetivo restringir los deseos y medios de los gobernados.
El político tiene un juego, en el cual las reglas sólo existen para los demás y donde él es el único que posee la calidad moral para promulgar nuevas o para vetar las viejas, el propósito del político es mediar entre sus intereses y realidades usando como cuña su propio sentido de la moralidad. Esto es corrompiendo el sistema que le es contemporáneo diluyendo el poder de los que ya se habían establecido, la renovación es simplemente la nueva imposición de cánones y parámetros cuya utilidad es deslegitimizar el poder vigente e imponer de este modo el propio deseo.
¿Cuál es el motor del político? ¿De donde proceden sus motivaciones? Sólo el ego, la vanidad y las neurosis adquiridas en la infancia son lo suficientemente insaciables como para permitirle a un ser actuar incesantemente conforme al fin preestablecido. Es porque todo aquel ser que lleva al límite alguna de sus dimensiones, ha encontrado en ella la máxima de la satisfacciones y la más excitante de las ocupaciones.
Sólo otro político es capaz de dimensionar a otro político; competir en el juego y así no ser una ficha mas en el tablero donde se dirime quién tiene mayor capacidad de dominar en alguna coyuntura. En la cotidianeidad la política tiende a no percibirse, sin embargo está presente en cada una de la facetas que el ser humano ejerce.
1 comentario:
Me gustó eso de: "el político sólo se retira del oficio con la muerte", lo que me hace pensar a la política como una "cadena perpetua".
Tengo, como siempre, muchos comentarios, pero serán desahogados en nuestra próxima sesión cafeinística.
Buen texto!
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