07 enero 2009

El seductor de la patria

Hay distintos modos de apreciar y entender la vida y los actos propios. Muchas veces es difícil distinguir la realidad del propio acto histriónico. La vida es una fábula que nadie es capaz de leer en un sólo fascículo.

La historia mexicana está llena de pasajes y personajes que han edificado tanto nuestra idiosincrasia histórica como el devenir de la nación, México como tal es un país joven aun cuando tenga milenarias raíces. La historia le ha guardado a Antonio López de Santa Anna un lugar muy especial, el de traidor de traidores y vende patrias. 

Sin embargo como todo proceso histórico el protagonista no es el único involucrado en la consecuencia de los hechos históricos. La biografía novelada que hace Enrique Serna respecto a su “alteza serenísima” permite la reflexión de varias facetas de la personalidad de aquel hombre que para bien o para mal marcó a México en una época en la cual la independencia intentaba  consolidarse.

La reflexión de la lectura me deja una idea de lo mucho que la cultura y la política mexicana siguen pareciéndose a la de aquella época, es más, el cómo los estamentos y las clases sociales continúan siendo el gran diferenciador entre los habitantes de estos casi dos millones de kilómetros cuadrados de planeta que llamamos México.

En vísperas del Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución yace una gran pregunta… ¿Qué hemos hecho en dos siglos de vida independiente? ¿Lo que se pudo?

En la cotidianeidad los mexicanos no pueden reflexionar su historia porque la urgencia de la subsistencia domina sobre la introspección. Pero de aquellos que tenemos el privilegio de usar nuestro tiempo en leer y pensar, ¿Qué lecciones podemos resumir de estos dos siglos? y ¿A qué punto debemos llevar a esta gente que vive aquí?

México ha carecido de un proyecto de nación de largo plazo, en dos siglos hemos avanzado, pero el avance ha sido pobre. No sólo son los gobernantes, somos los mexicanos en general los que no hemos hecho la tarea de sacar a nuestra nación adelante y por encima de nuestras propias expectativas, México es un país rico en recursos pero pobre en proyectos y sueños de gran calado. Dicha pobreza está en nuestras mentes.




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