El Dr. David Konzevik acuño la frase título de este post, su argumento circundaba la idea respecto a la necesidad de frenar los deseos del grueso de la población, dado que muy pocos podrían llegar a tener los satisfactores que los medios de comunicación "nos han hecho desear" incluso es técnicamente imposible dotar a toda la población de un nivel de vida similar al de un país del primer mundo.
Sin embargo la actual circunstancia económica global evidencia que "el futuro" nos alcanzó de una manera distinta; en primer lugar la contracción económica empobrece al mundo de manera distinta, los países de primer orden son los más afectados, lo cual comienza a obligar a las empresas de mayor desarrollo tecnológico a desplazar sus actividades a nuevos sitios, pero no sólo se refiere a la manufactura, sino a la innovación como tal; es el caso de al empresas de las TIC o la industria farmacéutica. La pregunta es ¿en que se emplearan los tecnólogos altamente capacitados y ahora desempleados?
Mientras países como China, India, Rusia, Brasil e incluso México se benefician de este cambio, los países "ricos" comienzan a empobrecerse, literalmente la contracción del PIB en Europa y USA comienza a ser dramática, aunado al severo desempleo esto tiende a ser catastrófico, más para ellos que para los países de segundo orden como México.
Sólo para ejemplificar, reubicar a un obrero de casi cualquier industria en una actividad similar o inferior es mucho más sencillo que reubicar a un doctor en nanotecnología o biotecnología; esto implica que para recontratar en Europa y USA a sus actuales desempleados se requeriran muchísimos más recursos que en el caso de los países de baja penetración de la innovación. Y no es que sean (los doctores) la mayoría de los desempleados, pero si son los que detonan el desarrollo económico.
Un segundo problema es el conflicto global que se genera al frenar el desarrollo tecnológico en cualquiera de sus variantes, en la actualidad tenemos nuevas necesidades por resolver, desde las comunicaciones hasta la salud y que sólo con grandes mentes e inversiones se pueden resolver.
La revolución de las expectativas ahora toma un nuevo enfoque, comenzar a pensar que aquello a lo que ya estamos acostumbrándonos no es sostenible; por ejemplo al continuo prolongamiento de la salud, pues sólo este crisis está frenando el desarrollo de fármacos para el combate a la hipertensión y la obesidad.
En la actualidad tenemos problemas que la sociedad actual generó y se encontraba en vías de resolverlos. La pregunta que reside es ¿cuanto tiempo podremos vivir sin la solución?
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