Llenar la botella
El ser humano llega a este mundo como una botella vacía, sin etiqueta y, afortunadamente, sin tapón. Ello significa que durante el tiempo que se tiene de vida dicha botella se llena de experiencias, conocimientos, emociones, placeres y sueños; pero desafortunadamente, las más de las veces, dicha botella es etiquetada antes de tener un contenido.
El llenar la botella es un proceso de enriquecimiento, pero muchas veces está se quiebra y jamás queda reparada, otras se le pone el tapón antes de tiempo, es decir antes de morir, y otras afortunadamente se rediseña, remolda y se transforma haciéndola más rica. Con esto la botella que es nuestra vida se logra asumir como plenamente nuestra; y la etiqueta más que una simple marca genérica, comúnmente identificable, es un libro de relatos que se convierte en una historia que muchos deberían leer.
Desafortunadamente las botellas excepcionales por definición no son frecuentes. Lo común es que las personas asuman que la vida es un formato prediseñado donde cada quien sólo tiene el deber de llenarlo conforme avanza el tiempo y siguiendo el patrón que los demás han marcado como el correcto. De algún modo es comprensible pues a la mayoria les es más sencillo ser aceptados y asimilados como una botella de Coca Cola que como un extraño vino que con el tiempo cambia de sabor y a veces madura y a veces se hace vinagre.
La vida de la mayoría de las personas está plagada de inercias, tanto positivas como negativas, las cuales son difíciles de romper. Las positivas también deben ser rotas pero para incrementarlas hacia algo más positivo y enriquecedor; por ejemplo no simplemente estudiar y sacar ochos, sino llegar a niveles de excelencia que requiere esfuerzos superiores. Las negativas deben ser rotas y requieren de esfuerzos aún mucho más grandes, por ello la mayoría de las personas se estancan en sus vida y asumen actitudes y hábitos viciosos que en vez de enriquecer sus vidas las hacen pobres y terminan corrompiendo; así llenan la botella con ácido.
Idealmente uno debería no simplemente romper las inercias que la sociedad, las costumbres y los valores nos marcan; sino también deberíamos preguntarnos como es nuestra botella ideal, imaginarnos todas las vidas posibles que podríamos vivir y así escoger la que más nos impulse a despertar todas las mañanas con el firme deseo de llenarnos la vida con las experiencias, sensaciones, sueños y retos que le den sentido a nuestro particular modo de entender la vida. Claro, para vivir una vida de diseños hay costos que se deben asumir, es un reto en si mismo y no cualquiera se atreve a asumirlo.
Aquí queda bien una canción de Joaquín Sabina... la del pirata cojo.
1 comentario:
Y sería enorme leer tu teoría sobre el momento de vaciar la botella.
Bien, digno de tomarse en cuenta.
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