13 mayo 2007

Confianza

El modo en que se construyen los vínculos interpersonales ha sido tema de muchas investigaciones, desde los casos más conocidos como el de Fukuyama hasta otros que sólo se publican en journals especializados. La teoría del capital social, la de la firma, el contrato, etc.; han llevado a tesis doctórales y premios Nobel; conclusión es un tema extenso y de muchas teorías y cavilaciones. ¿Por qué es importante?

El hombre no es predecible ni confiable en un 100%, es decir, los demás no pueden simplemente confiar en el otro, tanto en vínculos materiales (negocios) o emocionales (personales). He aquí un digno caso cuando el Padrino (de Mario Puzo) afirma que todos los negocios son personales. Es decir aun cuando existe un vínculo institucional los hombres percibimos los actos de los otros como personales.

¿De que deriva la desconfianza? De la avaricia, sin contar la incertidumbre derivada de factores no humanos, el potencial de fraude es consecuencia de la incapacidad del hombre de asumir plenamente los costos de oportunidad derivados de cada una de sus decisiones. Un ejemplo básico es la infidelidad, codiciar el afecto, pasión, etc. de alguien más cuando uno se encuentra comprometido, es una condición humana muy común. Sin embargo el decidir no actuar en consecuencia del primer impulso es un acto poco frecuente entre los individuos, por ello en los contratos se establecen costos (cargos, penas, multas, etc.) que se aplican cuando no se cumple el acuerdo; la infidelidad es causal de divorcio y no hay divorcio barato.

Sin embargo la fe en el otro es descartada en automático como medio de lealtad y garantía de compromiso. Los hombres no solemos creer en los otros sino existe un contrato de por medio. Los actos de fe implican un alto riesgo, pero ¿acaso no deberíamos actuar de fe, cuando menos, en lo que se refiere a vínculos románticos? Ello no implica que no existan normas y sanciones en los acuerdos, pero la clave no radica en los mecanismos de control, sino en las garantías y estas nunca son certeras, por lo tanto, la fe es la regla de los vínculos personales.

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