10 mayo 2007

Libertad y voluntad

Decidir es renunciar, en la magnitud de la renuncia se encuentra la trascendencia de la decisión. Sin embargo la libertad para decidir suele estar acotada, por las normas sociales, morales, éticas, restricciones presupuestales, temporales, etc. En la disyuntiva se ubica, en primer plano, el deber y el querer simultáneamente. El deseo por saciar los impulsos apremia de tal manera que por no ser seres voluptuosos nos imponemos un conjunto de normas para poder decidir dentro de un margen socialmente aceptable; es decir acotamos nuestra libertad.

Empero existiría un modo de autogobierno que no fuese función de aquello que colectiva o supremamente consideramos bueno o aceptable. Este sería el caso de ejercer la ética por voluntad, circunstancia que no es fácil de realizar, porque la voluntad, cuando es propia, implica asumir plenamente todas las restricciones como inherentes a la misma decisión, esto es que todos los costos personales se asumen con responsabilidad (esto es la culpa para algunos).

Cuando se decide sobre algo y no existen alternativas la psique hace un distingo muy parcial y asume que la consecuencia es cuestión de las circunstancias y no del actuar del individuo. Es en el momento en el cual la voluntad se ejerce cuando el individuo alcanza la plenitud de su madurez y es capaz de asumir con total responsabilidad su libertad. Sólo se es libre en tanto se renuncia por voluntad.

No hay comentarios.: