20 mayo 2007

La crisis de los veinte

Alguna vez en una conferencia, en la Fundación TELMEX, Enrique Krauze afirmó que estar en los veinte era el momento para ensayar y cometer errores en la vida. Pues pasado ese momento de la primera juventud sólo se deben cometer aciertos; dado que no habrá en el futuro de nuestras vidas una nueva oportunidad de equivocarnos tranquilamente. Tal vez en la juventud de Krauze esto fue muy cierto, porque los ensayos eran mucho menores cuando los horizontes, aunque difíciles de alcanzar, eran definidos y visibles; ahora me parece son mayores los escenarios a vislumbrar en la vida y el mundo actual el futuro es más incierto que antes.

En el amor todos se equivocan; antes las relaciones tenían un marco más definido y sensato, o tenías novia o no; ahora, debo confesar que ya he pasado por los convenios más exóticos en lo que refiere a relaciones románticas, lo cual exige que uno tenga más recursos emocionales para solventar las encrucijadas que aparecen en la vida. Un noviazgo largo ya no lleva a un matrimonio, vivir en pareja no es estar en unión libre y tener sexo llega a ser tan trivial como tomar café o ir al cine con una amiga recién conocida.

Es por ello que todos se equivoca, se equivocan los que tienen relaciones largas y estables porque no han conocido otras opciones, se equivocan los que luchan por un sólo amor cuando el mercado es de competencia perfecta, se equivocan los promiscuos porque banalizan algo que debiera ser exclusivo y especial; todos nos equivocamos incluso los que probamos de todo porque al final nos quedamos con la duda respecto a cual fue la mejor opción; tal vez no la existe, porque fueron sólo ensayos.

Alguna vez el Dr. Konzevik me dijo que en mi vida laboral, en promedio, cambiaría 3 o 4 veces de profesión, se equivocó, he cambiado ya tres veces sin haberme titulado de ninguna todavía, es decir muy probablemente serán más de las que predijo. La ventaja es que ahora sé hacer cosas de más de una rama del conocimiento, la desventaja es que no soy especialista en nada, lo cual repercute en mi ingreso. Sin embargo puede ser que no me haya equivocado, pues de ser cierta la predicción de mi futurólogo favorito los todólogos tendremos una misión muy importante en el futuro, integrar el conocimiento. Es decir en este tema también todos se equivocan, los que se convierten en especialistas antes de los treinta cuando su especialidad será obsoleta antes de que cumplan 35, los todólogos porque no verán capitalizado su esfuerzo antes de los 35 y los que se dedicaron a la vida bohemia también cometieron un error porque nadie estará dispuesto a darles un peso por hacer nada.

La vida es de ensayo y error, pero llega un momento en el cual si los errores son muchos, la vida se convierte en un caos. ¿Cómo encontrar el punto de equilibrio en un mundo donde los horizontes son tan difusos? Los jóvenes del 68 ahora son hombres cercanos a los 60 años y su mayor preocupación es respecto a sus pensiones de jubilación; para los jóvenes de inicio de este milenio nuestra mayor preocupación es cómo definir un horizonte claro en un mundo tan cambiante. ¿Acaso tendremos que dejar este asunto en manos de la probabilidad y la estadística apuntando a un multiobjetivo y disparando con una escopeta con la esperanza de minimizar los máximos riesgos?

Si es así todos estamos equivocados y nos seguiremos equivocando.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo creo que sí sigues por ese camino, vas a llegar muy lejos...

Atentamente,

Mapache Metiche
Consejero Espiritual

Anónimo dijo...

Para qué querer encontrar un punto de equilibrio, para qué si el mundo cambia cada segundo.

Manelich Castilla Craviotto dijo...

Recuerdo la charla de Krauze, dijo concretamente que tenemos una década para equivocarnos las veces que sean necesarias.
No equivocarse después de los 30 es un reto que ya enfrento, y creeme, uno puede seguir equivocándose, aunque ciertamente, pesan mucho más esos errores que los de antes.
Ojalá te logres equivocar aun más, antes de asumir al 100% tu verdadera misión en la vida.
Muy buen tema y excelente texto.

Unknown dijo...

Me pusiste a pensar: No soy futurólogo, ni pretendo serlo; tampoco soy especialista en nada, ni bohemio; me acerco más un todólogo, pero tampoco [nunca he sido "tan" pretensioso]. Eso sí, me sigo equivocando y qué bueno. A veces, muchas, quisiera ser otra cosa, como especialista en algo o bohemio de a de veras, pero si lo fuera qué mas simple y aburrido sería...

último comentario económico-filosófico a propósito de la teoría de la elección racional y tu post:

a) es más racional ser todólogo que especialista (o bohemio), porque

b) el especialista (o el bohemio) maximiza sus opciones de elección de una actividad correcta, mientras que

c) el todólogo minimiza el riesgo de equivocarse al diversificar sus opciones de elección de actividades

así,

d) serán muy, demasiado, afortunados unos cuantos especialistas, seguidos de muchos, la mayoría, de especialistas desdichados, por no estar preparados más que para su sola actividad elegida, y

e) habrá todólogos con su mínimo de satisfacción garantizada para, en el caso de ser desdichados, saber hacer dos o tres cosas que les agraden y, en caso de no serlo (no ser desdichados), disfrutar de la realización en más de un campo, alternadamente o en función de su libre gusto.

Conclusión, esto es como los paraguas, a lo mejor no llueve pero el costo de cargar con uno todo una mañana soleada puede valer la pena una tarde nublada.

Roger Aleph dijo...

Gracias por sus comentarios...

Mapache: eres mi lector más puntual.

Anónimo: el mundo cambia más rápido que nosotros y por ello el equilibrio es necesario para la vida.

MCC: supongo el peso de los errores se vincula mucho con el grado de dependencia que los demás tiene respecto a uno. Besos a Maia, espero su padre sólo cometa aciertos con ella.

Carlos: yo detesto los paraguas, prefiero mojarme que cargar uno de ellos en una mañana soleada pensando que puede llover en la tarde. ¿Me estaré equivocando?

Anónimo dijo...

Que triste que tu lector mas puntual solo te lea para burlarse de ti de vez en cuando.

Atentamente,

Karl Nuñez
Observador imparcial