05 noviembre 2004

Sobre la Condesa...

De la Condesa me enamoré del modo en que uno se enamora de una desconocida, por sorpresa. Creo que la primera vez que la conocí fue cuando mi Papá por alguna ocasión especial me llevó a comer a la Fonda Garufa, no fue hasta mucho tiempo después cuando la volví a visitar, creo fue hace seis años, que llevé a Yunuén a comer al mismo sitio.
Pero mi historia con la Condesa es solitaria, si bien he estado ahí con mi familia, amigos y ligues; ha sido mucho mayor el tiempo que he pasado solo. El primer lugar que comencé a visitar fue el inolvidable Sushi Móvil, en ese entonces 1999 era solo un puesto callejero situado en la esquina de Colima y Medellín. Un sábado caminaba por allí con Yunuén, habíamos ido al Palacio de Hierro de Durando, cuando de repente el hambre y el ojo alerta nos hicieron percatarnos del tipo de comida que los comensales disfrutaban; es sushi dijimos; por la locación y la novedad fue sorpresivo, no importando la sencillez del puesto, parecía más un puesto de quesadillas, nos animamos a sentarnos y probar la comida. Sobre el Sushi Móvil daré detalles luego.
Pero está es la historia de mi enamoramiento con la Condesa, mujer de cien años, miles de calles y hermosos jardines y fuentes. Cuando trabajé en Blitz comencé a ir al Café la Selva en la casi esquina de Vicente Suárez y Tamaulipas, de allí me gustaba sentarme a leer, ver a las coquetas mujeres pasar sobre la banqueta, tomar la barata tasa de café que ofrecen y sufrir por su sucio baño; cuando realmente me volví un cliente asiduo fue cuando regresé a vivir con mi Mamá, iba durante horas, tomaba poco café y leía mis libros y los periódicos que ahí hay, con casi con todos los meseros me lleve bien, en especial con Marcela una chica odontóloga, lesbiana, de veinte años que vivía con su novia de 23 y la hija de ella en la casa de la suegra, niña muy coqueta que aún a pesar de no preferir a los hombres seguía gozando con nosotros de aquello que si le gustaba.
Creo que lo que realmente me enamoró de la Condesa fue la soledad de sus fuentes, existen varias en el circuito de Amsterdam, cuando iba al Sushi Móvil en aquella temporada de depresión y soltería cuando ya había cortado a Yunuén y no había conocido a Alicia, caminaba por allí y me sentaba a ver caer el agua, eso lo sigo disfrutando.
Ahora voy un poco al Café Toscano, ubicado en la esquina mágica de Michoacán y Parque México, este es un lugar encantador, tiene todo: un baño limpio, excelente café marca Illy y una vista armoniosa, llena de árboles, sol y minifaldas. Este lugar de la Condesa es un escaparate, se va ahí para ser visto, es una vitrina; van personas de lo más cosmopolitas y algunos colados. Como todo tiene su defecto y es el personal, patéticos empleados pedantes que sienten que el changarro es suyo y que para merecer ser bien atendido tienes que ser su cuate o ya valió.
De la Condesa lo que más me gusta es caminar por sus calles, ver las fachadas y escoger los edificios en que me gustaría vivir. He caminado por casi todas sus calles, visto infinidad de fachadas a todas horas, ver nuevos lugares abrir y cerrar en meses, disfrutar del ambiente de barrio que hacen sus asiduos visitantes, contemplar las escenas de policías y ladrones, de novios quedando bien con sus novias fresas y ser crítico de la pésima organización de sus valets.
Hoy fui al Sushi Móvil y al Café Toscano, sentí el frió aire que soplaba del oeste y me corté el cabello en una antigua barbería, con un clásico peluquero setentón.
De la Condesa me enamoré caminándola, conociéndola, platicando con sus calles y soñando con sus edificios, escribiendo en sus parques, refugiándome en sus cafés y comiendo en sus restaurantes; viendo a su gente, escuchando el murmullo de las fuentes, en sí, me enamore haciéndola una gran parte de mi vida. No vivo en la Condesa todavía, ha sido una novia fiel, ha coqueteado conmigo y yo he suspirado por ella.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Y si te dijera que estoy de acuerdo con tu opinión sobre la atención del café Toscano? ¡Son odiosos!
La condesa ha sido una invitación constante para mí...con su infinidad de opciones y sus típicos pavorreales condechi (pseudo intelectuales sofisticados) quienes, curiosamente, siempre usan el mismo armazón de lentes. Sin embargo, sigo conociéndola...supongo que soy de relaciones largas con los lugares.

Eres un neurótico, ¿lo sabes, verdad? No creo que sea una novedad. Pero ser así tiene sus ventajas: una de ellas es que puedes darte cuenta de muuuchas más cosas que el resto de la gente.

Cuando regrese de Argentina, vamos a ir a caminar por ahí...

(oye, y esto es mejor que las bebidas para psicoanálisis)

María José