03 abril 2005

Mujeres, comida y negocios

En el amor y en la cocina no importa la cantidad de fuego, sino la intensidad y duración del mismo; en los negocios también. De las principales virtudes que debe tener un buen amante o un buen cocinero o un buen empresario es la virtud de la paciencia, pues esperar no es importante sino fundamental, pero no el típico esperar a que las cosas sucedan, sino el tener la capacidad de saber cuando, de saber en que momento invertir, sazonar, besar; el beso indicado en el momento preciso, la sal y pimienta justa, las cantidades de dinero y esfuerzo a proyectos determinados.

La intuición es lo que hace que el talento del cocinero o del amante o del empresario trasciendan, pues el saber cuando y cuanto es lo que hace de un buen guiso un verdadero manjar. Estas ideas no son sólo metáforas que pretenden dibujar un entorno de similitudes, sino definiciones de habilidades que un gran hombre, debe tener para triunfar en las máximas pruebas de la vida y que delinean el perfil que se forja al calor de las llamas y en el desvelo de las cifras y las sábanas.

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