19 abril 2005

Sonrisas delatoras

El espíritu humano tiende a auto sabotearse, la falta de frialdad en la expresión es el enemigo interno; el traidor y delator más común somos nosotros mismos.

Esas miradas que se cruzan en pleno foro, que con la sonrisa cómplice delatan a los amantes. La necesidad de contar nuestras hazañas es la necesidad de darles existencia.

Que difícil es disfrutar en solitario aquellas pequeñas travesuras que sólo uno debería conocer, que al hacerlas públicas se pervierten, pero se disfrutan en el colectivo al menos en un pequeño instante.

La voz nerviosa, la mirada esquiva, la falta de contundencia al contestar los cuestionamientos. Eso que hace que la mentira estratégica se convierta en el peor atentado personal.

La falta de apetito, incluido el sexual, la corbata desalineada, la ropa impregnada de "otros" aromas. Las marcas en el cuerpo, en la mente.

No sé como mentimos... sé que lo hacemos... Tampoco se como hay quienes dicen disfrutar sus secretos en solitario, mientras te cuentan que lo hacen. Sé que la mirada del cómplice, de la amante, del enemigo; resarcen el ego y alimentan de modo sutil el deseo de gozar calladamente lo que sólo uno sabe

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